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miércoles, 6 de marzo de 2019

SIMBOLISMO ARQUITECTÓNICO


Esta preciosa galería, prodigio de la perspectiva, pertenece al Castillo de Venaria (en italiano, Reggia di Venaria Reale) y es una de las Residencias de la casa real de Saboya. Comenzó a diseñarse en 1658 por los arquitectos Amedeo di Castellamonte y Michelangelo Garove. En el año 1997 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. 

Desde el Renacimiento la Arquitectura se convirtió en un Arte que amparaba bajo su manto, como si de una diosa madre se tratara, a otras artes y ciencias afines todas ellas con la aritmética y la geometría, que son las ciencias que conforman la Arquitectura del Creador Supremo. 

De ahí que para la Masonería el simbolismo constructivo sea una simbólica especialmente apta para comprender las leyes de la creación universal y al Arquitecto que, aunque oculto, se manifiesta a través de su propia construcción, el gran edificio cósmico que en verdad es el mundo entero con sus ciclos y sus ritmos, sus números, pesos y medidas. 


"En Masonería la arquitectura es llamada simbolismo constructivo y la Suprema deidad es considerada el Gran Arquitecto del Universo pues la idea de la arquitectura supone un arquitecto capaz de crear tanto el modelo de una ciudad, un templo, o una casa, como el del propio universo. Como hemos dicho los modelos arquitectónicos son epígonos de la construcción universal y como cajas de resonancia capaces de recibir y albergar las vibraciones cósmicas. La arquitectura es la ciencia y el arte del espacio por excelencia".


viernes, 1 de febrero de 2019

JACINTO VERDAGUER. CAMINOS DEL PARAÍSO.


Si tenéis ocasión de asistir al espectáculo que ofrece este rapsoda y tenorista, no os lo perdáis, pues el propio Jacinto Verdaguer y su tiempo, el tiempo del Humanismo, aparece en escena con esta fabulosa interpretación de Valentí Maymó, 
quien verdaderamente se mete en el alma del poemario de quien fue llamado el príncipe de las letras catalanas y considerado como el Dante de esta lengua. 

Y no sólo por el rico y bello léxico empleado en sus obras,  sino por los conocimientos que desde su catalanidad universal, fue capaz de transmitir acerca de un pensamiento y una filosofía enraizada en los Clásicos latinos y griegos, como cuando nos refiere la manera en que el Orfismo arribó a Lesbos, o nos habla de la formación de esa misma isla del Egeo en forma de lira, describiéndonos  Delos, Delfos y las Cícladas, la Atlántida, el Paraíso perdido y la búsqueda del origen.

Precisamente, el poema que conforma el núcleo del espectáculo al que tuvimos ocasión de asistir hace un par de días, comienza cuando Jacint Verdaguer tras dejar su vida terrena llega al Paraíso donde busca a su madre, quien desde su más tierna infancia le enseñaría muchas canciones, proponiéndose hacerse oír con una de ellas: la cançó del paradís

Más allá de referencias sentimentales, el gran poeta catalán, emplea un lenguaje que se torna simbólico, pues la figura materna representa a la propia Mare de Deu, y el paisaje de su tierra natal evoca constantemente las imágenes del Paraíso, algunas de las cuales recuerdan las descritas por Dante en su "Divina Comedia". 
Muy recomendable. M.A.D.




Jacint Verdaguer. Camins del Paradís. Valentí Maymó
Referencias a este espectáculo

Biblíoteca de Cataluña



martes, 9 de agosto de 2016

El Amor en las Ordenes de Caballería

Como vemos esta carta se corresponde con la figura del Enamorado en los distintos Tarocchi, aunque aquí  la lámina muestra a una Dama entre un Rey y un Caballero que es a quien Eros dispara su flecha.

Para los que vivieron dentro de la utopía del Renacimiento inmersos en la simbólica de las Ordenes de Caballería era claro que alcanzar el grado de Caballero requería un proceso en el que, por encima de todo, se valoraba la voluntad que se ponía en lograrse con ese título. 

De ahí que se observara que mientras para llegar a ser Rey sólo se requería estar en la línea de sucesión, alcanzar el grado de Caballero necesitaba de un fuego, un proceso alquímico,  o sea  iniciático que tiene todo que ver con la voluntad y con "el querer", o sea con "el amar".

Y esto nos lleva a recordar una opinión antigua según la cual Hermes tiene su origen en la palabra "querer", o lo que vendría a ser lo mismo, en la voluntad,  de la que Federico González Frías dice en su diccionario: 
La voluntad es una necesidad del ser humano y que gracias a la Providencia labra su destino. 


viernes, 6 de febrero de 2015

Salvador Dalí, ilustrador de la "Divina Comedia"


Recogemos esta noticia que nos ha parecido de gran interés. Se trata de una exposición en Lima donde se muestran los grabados que Salvador Dalí realizó para ilustrar una edición extraordinaria de la Divina Comedia y que según manifestación del propio pintor catalán fue su proyecto más importante. Nada menos que cien grabados escenificando los tres tramos del recorrido del viaje iniciático de Dante; es decir que 34 imágenes corresponden a su paso por el infierno, 33 más al recorrido por el purgatorio y 33 al paraíso.

Las pinturas fueron realizadas durante casi cinco años (de 1960 hasta 1964) y se publicaron con el texto de Dante traducido al francés en seis volúmenes. La muestra se encuentra exhibida en el Centro Cultural Inca Garcilaso de la Vega, y aunque se clausura mañana 7 de febrero de 2015, se reabrirá nuevamente desde marzo hasta mayo en el templo Coricancha (templo dorado, en quechua) de Cuzco.

Estas que siguen son algunas de las bellas e intensas ilustraciones de quien se consideraba el último pintor del Renacimiento. 


Comienzo de un largo viaje...





Mi guía entonces extendió las manos... (Infierno VI)





Intimidóme entonces más el precipicio...  (Infierno XVI)



Pronto, pronto, gritó, híncate de rodillas: ese es el ángel de Dios... (Purgatorio II)

¿Qué tienes que todavía estás mirando a la Tierra? (Purgatorio XIX)

Con las alas abiertas estaba delante de mi la bella imagen... (Paraíso XIX)




Había vuelto a fijar mis ojos en el semblante de mi señora... (Paraíso XXI)



Imagen de la exposición en Lima que en los próximos días se traslada a Cuzco, como antes ha estado en Paraná y Bogotá entre otras ciudades hispanoamericanas.

sábado, 27 de julio de 2013

PIETRO BEMBO ENAMORADO DE LUCRECIA BORGIA (Capítulo II)



            Pietro Bembo retratado por Rafael




Pietro Bembo se entera del matrimonio del hijo del duque de Ferrara con Lucrecia Borgia mientras permanece en Venecia. Como todos los demás había oído cosas terribles de Lucrecia. Sin embargo, de un lado y de otro de Italia y especialmente de parte de sus amigos los poetas Strozzi, padre e hijo, descubre que la gente está entusiasmada con esta princesa romana. Pronto él mismo comprobará en qué consiste la seducción que esta mujer ejerce sobre quienes la conocen. Descubrirá que esta madonna  con fama de mujer fatal, es en realidad una linda joven, de figura delicada y pelo rubio como el oro y una forma atractiva en el vestir, siguiendo la moda española. En definitiva una bella mujer que adornaba su persona con cintas en el pelo y modales refinados. Y en especial lo que en ella resalta es su fina inteligencia, algo que para Bembo no es sino la causa de aquel  sutil reflejo en su semblante. Lucrecia se desveló ante todos como una mujer excepcional, cuya preparación se ponía de manifiesto al abordar cualquier tema y en el diálogo en general. Quienes la escuchaban decían que hablaba de los temas “con mucha seriedad y sabiendo de lo que hablaba”. Bembo descubre que Lucrecia está avezada en la lectura de Dante, Petrarca, Bruni, Cicerón, entre otros. Y que con ella es posible emplear el lenguaje secreto de los símbolos  del amor y la virtud, tal y como lo entiende la Filosofía Platónica.


Bembo, que ya es un reconocido poeta, nada menos que el más destacado de su época, cuando conoce a Lucrecia cuenta con poco más de 30 años. Pronto esa mujer romana poseedora de una clase de virtud que excede la belleza física, o mejor dicho, que la provoca, despierta en él sentimientos propios de un caballero hacia su dama. Aquella con la que compartir ideas y un amor por el “lenguaje de los pájaros”, o sea, por la conversación capaz de poner música a las letras evocadoras, que es lo que al fin y al cabo conforma ese lenguaje secreto que manejaban los Fieles de Amor. Un lenguaje compartido por los iniciados en Amor, que como dice el poeta no es lo mismo que en el amor, puesto que se refiere a los que habiendo penetrado su clave pueden recrearla. Bembo se reitera en lo que ya ha oído a los demás y vuelve a comparar a Lucrecia con Venus, y con aquella gracia o energía que encarnó Helena de Troya, protegida de la diosa del amor y la sensualidad sublime.


Le escribe Bembo a Lucrecia:



“A pesar de la belleza por la que en vano rivalizan contigo la hija de Agenor y Helena de Esparta, secuestrada por el troyano Paris, sabes consagrarte a los estudios y a las artes delicadas y no dejas que tu genio quede ahogado por el esplendor de tu belleza. Si declamas versos en lengua vulgar, semejas una muchacha nacida en Italia. Si tomas la pluma, escribes versos y poemas que son versos y poemas dignos de las musas. Y si a tus manos de marfil le place tocar el arpa o la cítara, resucitan con un arte delicado las notas tebaínas. Si te place evocar las olas vecinas del Po haciendo estremecer la corriente, merced al encanto de tus notas suaves; si te place abandonarte a las danzas y saltar con pie ligero al son de la música ¡oh!, cuanto temo que de darse cuenta por ventura algún dios, no te arranque furtivamente de tu castillo y te lleve, sublimemente, con un vuelo ligero por el aire, para hacer de ti la diosa de un astro nuevo.”


Bembo y Lucrecia tuvieron una preciosa historia de Amor. Aunque para nada llegó a convertirse en un amor carnal, sino en una clase de amor sublime que únicamente quienes habían alcanzado a concebirlo intelectualmente estaban capacitados para entender. De su relación queda una hermosa correspondencia, actualmente guardada en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, entre sus incunables, pues se trata de un códice manuscrito que Pietro Bembo realizó para Lucrecia. El manuscrito recoge la correspondencia entre ambos y consta de 11 poemas españoles, 9 cartas autógrafas que Lucrecia le había dirigido y un poema de Lope Estúñiga dedicado por Lucrecia al caballero Pietro.


Es como si Bembo hubiera condensado aquel sentimiento y aquella historia de amor platónico en dicho manuscrito, que guardó junto a un mechón de su rubio cabello que el enamorado conservó entre sus cosas.

En una de esas cartas le dice Bembo a Lucrecia:


“Cada día halláis con ingeniosa invención, manera de avivar mi fuego, como lo habéis hecho con la cinta que hoy que orla vuestra lucidísima frente”

(Continuar)


jueves, 25 de julio de 2013

Lucrecia Borgia, la hija del Papa Español (Capítulo I)

Lucrecia Borgia. Retrato de Bartolomeo Veneto

Lucrecia Borgia es, para la mayoría, un personaje fabricado por la rumorología que ya comenzó a fraguarse en su época, a caballo entre el Quattrocento y el Cinquecento. Sin embargo, aunque algunos literatos y cineastas han preferido abundar en ello al punto de preferir el personaje inventado, lo cierto es que podemos afirmar que la realidad supera a la ficción, de ahí que de todos los papeles asignados a la figura de Lucrecia Borgia el suyo verdadero resulte el de mayor interés, pues la vincula con el pensamiento de Los Fieles de Amor, es decir, con Dante, Petrarca, Boccacio y Pietro Bembo, entre otros.

La vida de esta mujer hija del Papa español Rodrigo Borgía y de su amante Vanesa Catanei, pasa por etapas muy diferentes, pues tiene varios matrimonios, uno a los 13 años con Giovanni Sforza de Milán, conde de Pesaroque por intereses de la política vaticana es anulado por su propio padre, el Papa Alejandro VI que acusa al esposo de impotencia. Seguidamente, y por esa misma política de poder, su segundo esposo, Alfonso de Aragón, Príncipe de Salerno, de Lucrecia espera un hijo, será asesinado, según opinión de muchos por un sicario de su hermano César Borgia.

Pero el destino, forjado de miles de filamentos, quiso que en su tercera boda abandonara Roma, y las intrigas del Vaticano, para convertirse, con 21 años, en la esposa de Alfonso  d'Este, hijo del Duque Ercole, ambos viudos, y por tanto en Dama de una de las cortes más brillantes de Italia y centro cultural de primera magnitud. Allí ejerció como una auténtica donna de palazzo, con toda la carga que el término poseía dentro del organigrama de las Cortes de amor y entre todos aquellos que participaban del ideal humanista del Renacimiento, esto es, ser la contraparte femenina de la pareja de gobernantes en un tiempo en el que, como sabemos, se recuperó por parte de ciertos grupos intelectuales (encabezados por miembros de la Academia Platónica de Florencia de la que eran miembros destacados, Marsilio Ficino y Pico Della Mirándola), el valor del pensamiento y la Filosofía, tal y como fue formulada por los clásicos Platón, los Textos Herméticos, los Oráculos Caldeos, etc. (continuar)

viernes, 31 de mayo de 2013

Isabel de Este


Texto del Video.
"Isabel de Este, la Gran Dama del Renacimiento"

Isabel de Este fue la gran dama del Renacimiento la cual se distinguió por la cantidad y calidad de las personas de las que se rodeó durante toda su vida ya fuera dentro del mundo del arte, la literatura o la política. Su enorme correspondencia, pues más de 30.000 cartas que se conservan así lo demuestran. Lo cierto es que Isabel se movió, como ninguna, con soltura y determinación en todos los ambientes de las cortes italianas, por lo que fue descrita como “La prima donna del mondo”.

Entre sus amigos podemos nombrar a pintores como Andrea Mantegna, Tiziano, Rafael, Leonardo da Vinci, Correggio… escultores como Cristóforo Romano, escritores, como Pietro Bembo o Baltasar Castiglione, autores de los Asolanos o el Cortesano, respectivamente, poetas como Angelo Poliziano o Mario Equicola, su tutor y también amigo de la Academia platónica de Marsilio Ficino, músicos, como Guillermo Hebreo de Pesaro, matemáticos como Luca Pacioli quien le dedicó un libro sobre ajedrez que ilustró Leonardo, amigo de ambos, y que en esa misma época realizó a Isabel el bosquejo de un retrato donde se ha visto la imagen de la Gioconda, y por supuesto fue amiga de los Médici, gobernantes de Florencia, en especial de los hermanos Giuliano y Lorenzo el Magnífico. También se relacionó con poetisas, escritoras y mujeres de letras como Vittoria Colonna, la musa de Miguel Angel, Verónica Gambara, Cecilia Gallerani, la dama del armiño, Giulia Gonzága coautora junto a Juan de Valdés de unos famosos diálogos cristianos, etc. etc.

Isabel no sólo fue la mujer mejor relacionada de todo el Renacimiento, también era la más elegante, la más refinada, la más admirada y la más culta. Su fama no se limitaba a su Italia natal, sino que se extendía a toda Europa. Equicola, que fue su secretario, nos cuenta que acompañó a Isabel en varios de los muchos viajes que ésta realizó, mencionando los interesantes hallazgos que pudo hacer y las facilidades que obtuvo estudiando determinados archivos a los que pudo acceder gracias a las gestiones diplomáticas de esta dama. Hija de Ercole de Este y de Leonor de Aragón, señores de la corte de Ferrara, Isabel recibió una educación esmerada propia del humanismo, basada en el estudio de las artes liberales, el conocimiento de los clásicos y el aprendizaje de distintas lenguas entre ellas griego y latín. A dicha escuela ferrarense asistieron igualmente personajes de la talla de Pico de la Mirandola o el editor Aldo Manuzio entre otros muchos humanistas venidos de distintas cortes de Europeas. De Ferrara se trasladó a Mantua donde al casarse con Francesco Gonzaga, condotiero de profesión, se convirtió en Marquesa de esa pequeño estado que bajo su mecenazgo llegó a ser la corte más atractiva del momento, pues a pesar de contar con poco presupuesto en comparación con la de Milán donde era duquesa su hermana Beatriz, casada con Ludovico el Moro, o la de Urbino, en la que era duquesa su cuñada Elisabeth Gonzága, o la propia corte de Ferrara, donde la duquesa era Lucrecia Borgía, esposa de su hermano Alfonso, sin embargo la de Mantua fue la que alcanzó, en esa época, mayor nivel cultural de tal modo que todos los artistas acudían a ella a ofrecer sus servicios. Se decía entonces que la marquesa conseguía grandes cosas con mínimos recursos.

Nada más llegar a Mantua Isabel construye su studiolo en la torre del castillo de San Giorgio, en donde guarda los objetos más queridos, pequeños bronces, preciosos manuscritos, instrumentos musicales y un globo con el que sigue los viajes de Colón. Isabel fue la primera mujer en tener en su residencia, una habitación privada de esas caracteristicas, que hasta entonces sólo poseían los señores y que utilizaban para entrar en ella a meditar antes de tomar una decisión importante. Isabel cubrió de pinturas mitológicas las paredes de su studiolo para ello cuenta con Andrea Mantegna, pintor de la corte que ya había realizado en el palacio otras obras como los frescos de la "Camara de los esposos", quizá la habitación más preciosa de cuantas se han decorado. A este maestro de la perspectiva le encarga dos escenas: "El Parnaso" y " El triunfo de la Virtud ", aunque también intervienen en la decoración de su studiolo Perugino, Giovanni Bellini, Lorenzo Costa y Corregio, entre otros. Sus piezas arqueológicas, sus esculturas y sus pinturas distribuidas en distintas zonas de la casa significó un cambio fundamental en la decoración del palacio, pues no serán los retratos familiares o de vida palaciega, ni las escenas de caza, militares o religiosas, las muestras que decorarán las estancias de San Giorgio, sino que trae al entorno imágenes que evocan su propio mundo interior y aquellas ideas que quería traer a su meditación para que influyeran en su pensamiento. Todo lo cual forma parte de la magia-teúrgica que acaba confirmando que uno es de la misma sustancia de las imágenes que le alimentan.

A su studiolo solía invitar a sus íntimos amigos, todos aquellos con los que podía mantener conversaciones que elevaran el espíritu y la mente, tocar y oír música, otra de las pasiones de Isabel, y recibir comunicaciones de lo que sucedía en otras. Cortes o novedades de América. Isabel es del todo exigente con los pintores a los que prescribía los temas que quería para los cuadros, y no sólo eso, también las dimensiones exactas que debía tener el lienzo y hasta los colores, los tonos e incluso la composición de las imágenes, también tenía en cuenta por donde, una vez colgados, debía llegarles la luz, cosa que dependía de si iban a tener cerca un ventanal a la izquierda, a la derecha o en frente. El caso es que el cuadro llegara a formar parte del escenario de modo que todo estuviera en armonía. A veces los artistas se quejaban de que nos le dejaba libertad en el diseño y ella a su vez les reprochaba ser menos dóciles que los escritores que sí seguían sus indicaciones. Pero Isabel no era una excéntrica sino que sabía muy bien qué deseaba obtener a sus artistas plásticos para quienes había traducido, junto al platónico Equicola, el libro de Filóstrato, donde este autor clásico describe una galería de la antigüedad construida sobre la bahía de Nápoles, poniendo en palabras todas las pinturas que allí había para que los jóvenes artistas que le escuchaban supieran qué atributo identificaba a cada dios, a cada mito, a cada escena, no fuera el caso que por desconocimiento de esos atributos, dejándose llevar de sus inspiraciones personales, tergiversaran el sentido de la obra. En 1519, tras enviudar, Isabel decide trasladar su studiolo desde la torre del castillo a un nuevo emplazamiento en la planta baja , donde reproduce su antiguo studiolo con todos sus tesoros, pero además añade espacios nuevos, como la Gruta, el Jardín Secreto y un gran Salón para reuniones a donde lleva todas sus antigüedades y piezas arqueológicas, algunas obtenidas en Delos, cuna del mayor templo de Apolo, recuperándolas así de la destrucción, ya que nadie, por aquél entonces, ecepto estos humanistas, conceden importancia a lo que se considera algo viejo y ruinoso.

Para la Gruta se realizaron trabajos de incrustaciones extraídos de arquitecturas literarias donde se describían ciudades imaginadas . Mario Equicola, que era uno de los que conocía bien este lugar nos cuenta que la gruta estaba plagada de toda clase de delicias. Isabel no sólo se ocupó de crear en Mantua las mejores bibliotecas y de encargar las más bellas ediciones de los libros de los clásicos, en especial de Virgilio que por algo sus obras habían sido escritas en aquella tierra mantuana. También gobernó con decisión para conservar la estabilidad de su estado, dado que su esposo Francesco, como capitán de un ejército, se pasó la vida en combate, preso o postrado en cama por la enfermedad que se lo llevó con poco más de 50 años. Isabel, que vivió una larga vida dedicada al estudio, la música, los viajes y las relaciones personales, se interesó también en la figura de María Magdalena haciéndose retratar ella misma en ese papel, asimismo compuso, junto a su amiga Verónica Gambara, una iconografía propia para esta discípula de Cristo, una forma nueva que mostraba a la santa desnuda como una Venus y absorta en la lectura. Esta Magdalena Leggente, fue un encargo que la marquesa hizo para su gruta a Correggio. Por cierto una representación que en los siglos sucesivos fue imitada por otros pintores. Equicola, autor entre otros De natura de amore, donde trata de la naturaleza metafísica y poética del Amor Cortés, obra inspirada en el De Amore, de Ficino, escribió también un tratado sobre la divisa de Isabel: Nec spe nec metu. “Si nada espero, nada temo”. Mª Angeles Díaz.

lunes, 23 de abril de 2012

San Jorge y el Dragón. Añadido Vídeo con la Leyenda Heroica

 Que el espíritu del santo guerrero fecunde los corazones y que aquellos que no ceden a las embestidas del dragón, del “príncipe de este mundo”, los indomables e insobornables, sigan manteniendo su guerra, ahora y siempre.

Muera la Mediocridad y la Puerilidad




“San Jorge y el Dragón”. Dos oleos de Rafael Sanzio de Urbino,Italia. Pintor y humanista del Renacimiento y miembro del Colegio Invisible.

jueves, 12 de enero de 2012

24 Horas en Madrid

I- Arquitecturas Pintadas del Renacimiento al siglo XVIII
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 Ciudad Ideal. 1480-1490. Anónimo.


Pasar un día en Madrid es siempre una aventura, tanto si te dejas llevar por la ciudad como si consigues hacerte un buen programa y seleccionar entre las muchísimas posibilidades que ofrece, culturalmente hablando, y los lugares que podrían visitarse.
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Sí, Madrid es sin duda la capital de España, y aunque no ha dejado de ofrecer una estampa de pueblo grande, ella sigue siendo un espacio donde siempre encuentras una exposición que nos habla de las raíces culturales de Europa, de España y de Hispanoamérica, y esto para mi es siempre una oportunidad de reivindicarlas y proyectarlas en la actualidad.
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En esta ocasión, mi viaje ha comenzado callejeando por Recoletos, la Puerta de Alcalá, la Plaza Mayor, el café Gijón, y otros lugares emblemáticos del centro. Hay mucha animación, y movimiento de viandantes que se desplazan entre las luces y los adornos de Navidad, incitándonos a pensar que esta “crisis”, que algunos llaman económica pero que en realidad es mucho más profunda, es una neblina que se disipa con el bullicio y el color.
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Entro en el Museo Thyssen donde hay una exposición de pinturas denominada “Arquitecturas Pintadas”. Se trata de una enorme selección de cuadros que recogen la arquitectura que se desarrolló desde el Renacimiento hasta el siglo XVIII, el siglo de la Ilustración. Aunque los cuadros se centran en Italia, también hay representados otros lugares de Europa, incluido el Madrid de Carlos III, gran reformador de la ciudad, que la embelleció urbanística y arquitectónicamente.

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Las obras expuestas proceden de muy diversos emplazamientos y su reunión es una narración pictórica relativa a una época y un espacio geográfico bien determinado, y que se expresan a través de la plaza de San Marcos en Venecia; la plaza de San Pedro en Roma, o el puente Vecchio de Florencia, aquel por el que cruzaban Beatriz y Dante; o la plaza de la Signoria de esta misma ciudad.
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La muestra recoge además representaciones de arquitecturas imaginarias o estructuras utópicas, bíblicas y simbólicas, como las que se refieren a la Torre de Babel, que pueden verse en la pintura de Lucas van Valckenborch, de Pieter Brueguel el viejo, o de Athanasius Kircher, ya que todos ellos abordaron el tema.
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Otros autores cuya obra aparece en esta exposición son también bastante conocidos. Podríamos señalar a Pietro Perugino, Giovanni Paolo Panini, Gentile Bellini, Claudio de Lorena, Viviano Codazzi, Fra Carnevale, Francesco Rosselli, Tintoretto, Tiziano, Velázquez (con una pintura titulada "Vista del jardín de Villa Medici"), Poussin, Canaletto, Piranesi, el pintor que en sus grabados (casi fotográficos) pudo recoger la memoria visual de la antigua arquitectura romana, incluso a través de sus ruinas, las que sin embargo están bañadas de esa pátina de evocadora resonancia y claves simbólicas que el tiempo siempre deja sobre las cosas.
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Algunos de los pintores pertenecen a la escuela de Florencia, cuya distinción consiste en que los artistas eran al mismo tiempo filósofos que realizaban sus obras inspirados por las ideas suscitadas por Marsilio Ficino y sus compañeros, los miembros de la Academia Platónica.
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Muchas cosas me han llamado la atención en esta recreación de los espacios arquitectónicos, por ejemplo la relación entre pintura y arquitectura a través de la perspectiva, ampliamente desarrollada a partir del Renacimiento. También la luz captada en muchas de esas pinturas, como un elemento que participa de esa misma recreación…
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Los cuadros son tantos que la muestra se expone dividida, y así es que mientras que las obras realizadas entre los siglos XIV y XVII pueden verse en las salas del Museo Thyssen, la que se efectuó hasta el siglo XVIII se encuentra en el edificio de la Fundación Caja Madrid. Núria. (Continuará).


Ciudad Ideal. Se cree que es obra de Fra Carnavale. 1480-1490

Lucas Van Valckenborch. La Torre de Babel. 1595



Domenico Gargiulo. La Plaza del Mercado de Nápoles. 1654


Giovanni Antonio Cala "Il Canaletto". Plaza de San Marcos, de Venecia. 1723-1724.
 

Giovanni Paolo Panini. Plaza de San Pedro. Roma. 1741


 
Giuseppe Zochi. El Arno a su paso por el Puente Santa Trinita. Al fondo el Puente Vecchio.1741.

 Bernardo Bellotto. Plaza de la Signoria. Florencia.  1742

Canaletto. Il Bucintori. Detalle de la Plaza Ducal de Venecia 1745-1750

Para ampliar las imágenes se puede hacer clik sobre ellas que son una pequeña muestra que puede verse completa en el magnífico catálogo de la exposición .
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viernes, 30 de diciembre de 2011

LA TRADICION HERMETICA Y PLATONICA EN DANTE Y LOS FIELES DE AMOR

(1ª Parte). La Política y la Idea de Justicia en Dante.
Francisco Ariza

El busto de esta bella dama, que recuerda a Beatrice, se encuentra en las inmediaciones de Villa Careggi, Florencia, la finca de la familia Médici donde Marsilio Ficino fundó la Academia Platónica, junto a sus compañeros Pico de la Mirandola, Antonio Pelotti o Francesco Bandini, entre otros.
Foto: Núria



Bajo este título queremos exponer algunas ideas nacidas al calor de una reflexión sobre la presencia de la Tradición Hermética y Platónica en la obra de Dante. Habiendo viajado recientemente a Florencia y la región de la Toscana, todavía están muy frescas en nuestra memoria las imágenes de estos lugares que fueron en su momento el centro cultural más importante de Europa. Allí nació Dante y allí prendió con fuerza esa organización iniciática de carácter hermético llamada los Fieles de Amor, a la que el mismo Dante perteneció junto a otros destacados personajes de la cultura italiana de su tiempo, como Guido Guinizzelli, Brunetto Latini, Guido Cavalcanti, Cino da Pistoia, Lappo Gianni, Francesco da Barberino, Cecco de Ascoli, Nicolo de Rossi, Dino Compagni, Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio, sin olvidarnos del francés Jacques de Baisieux y de otros repartidos por la geografía europea, especialmente el Languedoc y la Provenza.
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Hemos de decir que pese a los setecientos años transcurridos desde Dante y los Fieles de Amor, la presencia de todos ellos está todavía viva en Florencia y otras ciudades de la Toscana (Pistoia, Arezzo, Prato y desde luego Siena), y se intercala con la presencia no menos viva de los representantes de esa otra corriente intelectual análoga, y también heredera de aquella, que desde la Academia Platónica de Florencia dirigida por Marsilio Ficino y bajo el mecenazgo de los Médicis generó la espléndida época del Renacimiento, vital para la perpetuación de los valores más elevados de nuestra cultura, nutridos principalmente de las distintas corrientes de la Tradición Clásica, el Hermetismo y el Judeo-Cristianismo.
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Estamos hablando de la Tradición de Occidente, rama de la Tradición Unánime o Sabiduría Perenne, la que todos los pueblos y civilizaciones han conocido constituyendo su núcleo más íntimo y secreto. Si exceptuamos la era moderna, el hombre de cualquier tiempo y lugar siempre ha encontrado en las enseñanzas sapienciales de su propia tradición cultural todo cuanto ha necesitado para hacerse consciente de sí mismo y de su ser en el mundo, o sea de su verdadera identidad. Esas enseñanzas van dirigidas directamente a despertar la inteligencia que reside en el corazón, al que no hay que confundir con el órgano del mismo nombre, que en cualquier caso, y no es poco, constituye su imagen simbólica. Para una sociedad tradicional, o arcaica, el corazón siempre ha sido la sede del Intelecto suprarracional, gracias al cual podemos conocer nuestros estados superiores, de ahí su vinculación con la idea de centro y de eje. Como más adelante tendremos ocasión de ampliar, es a ese Intelecto al que Dante y los Fieles de Amor llamaron "Madonna Inteligencia", a la que constantemente invocaron en su búsqueda de la Sabiduría y el Conocimiento.
https://www.2enero.com/textos/f_ariza_fieles_de_amor.htm

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[Este artículo fue publicado en dos partes en la Revista SYMBOLOS Telemática, 2012. No hallándose ya en la web de la revista se publica en la web de la librería Dos de Enero con el permiso expreso de su autor].


viernes, 16 de diciembre de 2011

Feliz Navidad y Prosperidad para el 2012


 

"Brindo por la tersura del Amor
Por la juventud sin barreras
Por la unión orgiástica con el Cosmos invisible"

Con este mágico brindis que, por la salud de las estrellas,
realizan las mujeres protagonistas de la obra teatral: "Noche de Brujas", de Federico González,
 os deseo a todos:
¡Feliz Navidad!
En cuanto a la preciosa talla de la dama renacentista que os muestro, y que tan afortunadamente se acopla a dicho texto, la encontré en la Mezquita-Catedral de Córdoba. Andalucía.
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miércoles, 31 de agosto de 2011

Rafael y Tobías. Una Historia Ejemplar


Andrea Verrocchio. Nacional Gallery de Londres

Un amigo que conoce bien los caminos y los montes se ofrece a guiar a un joven  judío llamado Tobías, noble y lleno de fe, que se dirige a la ciudad de Ragués de Media donde su padre, ciego desde hace años, le ha mandado ir a cobrar un capital que tiene allí depositado.

Este compañero conoce el alma del joven Tobías y sabe que éste sueña con encontrar a una bella mujer con la que formar una familia, por eso durante el viaje le habla de Sara, una joven que vive en la ciudad a la que van, la cual además de bonita es inteligente y valerosa, e hija de una honrada familia. Tobías tras escuchar atento al amigo queda ansioso por conocer a Sara y siente que ya se ha enamorado de ella.

Pero existía un grave problema, la joven, aunque aún virgen, estuvo siete veces casada y siete veces el demonio Asmodeo ocasionó la muerte de sus maridos nada más entrar en la cámara nupcial, antes de consumarse el matrimonio.

Durante el trayecto los amigos se detienen a descansar a la orilla del Tigris cuando un pez intenta arrastrar al joven Tobías hacia el caudal de aguas, y a punto está de conseguirlo si no es porque el joven, obedeciendo a su compañero de viaje, agarra al pez hasta sacarlo fuera del agua.

Entonces el amigo guía le dice:

"Tobías abre ese pez y sácale el corazón, el hígado y la hiel. Luego cásate con Sara y una vez estés en la alcoba nupcial echa sobre el quemador de perfumes el corazón y el hígado. Eso ahuyentará al demonio para siempre, y en cuanto a la hiel guárdala pues es un buen medicamento".

Subyugado al conocer a Sara pronto ambos jóvenes se desposan siguiendo el ritual judío. Luego, y antes de llegar ambos al tálamo nupcial, Tobías hace todo cuanto le dijo su compañero de viaje. Y así es como juntos y abrazados despiertan los dos jóvenes en su primer amanecer como esposos. Asmodeo ya no existe.

Ya de regreso a su pueblo en compañía de Sara y portando la plata que había recobrado, más una rica dote de la esposa, el amigo guía vuelve a hablarle a Tobías:


"Adelántate y ve hasta tu padre. Toma la hiel que guardaste y frótasela en los ojos"


Raudo, Tobías hace cuanto le dice el amigo y así logra devolver la vista al padre, quien puede ver a su hijo llegar junto a su linda esposa y una caravana de animales y objetos para su nueva vida.

Tobías cuenta a su padre tolo lo sucedido durante su viaje y éste, después de oír el relato, decide que deben entregar la mitad de todos los bienes que poseen a aquel desconocido que tanta alegría les había dado, y cuyo aspecto es el de un joven corriente, o sea, un hombre sencillo acompañado de un perro fiel.

Y cuando le preguntan:


"¿Quien eres?"

Este responde:


"Yo soy Rafael, que significa medicina de Dios, uno de los siete ángeles que están en la Gloria de Dios encargado de llevar sus mensajes a los hombres"


Y antes de que lo advirtiesen, Rafael ya había desaparecido.

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La historia de Tobías es de las más bellas que pueden leerse en la Biblia y constituye un compendio de la cosmogonía hebrea y de los nombres y números asociados al lenguaje simbólico de la jerarquía angélica, donde los demonios son aspectos contrarios y complementarios de esas mismas entidades.


La escena que recoge este pequeño cuadro es obra de la escuela de Andrea Verrocchio y se corresponde con la instantánea en la que Rafael, bajo el aspecto de un ángel ataviado de elegantes ropajes, se adelanta en el camino junto a Tobías para entregarle, en una cajita que sitúa junto a su corazón, el ungüento que habrá de sanar la vista del padre, de nombre también Tobías, de la tribu de Neftalí.


Mientras el joven Tobías viste a la moda florentina, es decir, tal como lo hacían los jóvenes de la época en que se realizó el cuadro, o sea, Leonardo da Vinci (que aún muchacho, fue quien pintó el lanudo perrito que acompaña a Rafael),  Sandro Boticelli, Lorenzo y Giuliano de Médici, Angelo Poliziano o cualquiera de aquellos que se acercaban a la escuela de Verrocchio para estudiar la técnica pictórica y comentar entre ellos los nuevos libros de Filosofía Hermética, Neoplatonismo y Cábala Cristiana, que Marsilio Ficino acababa de traducir y que circulaban de unos a otros, y cuyas ideas, sin duda, inspiraban sus obras. Núria.





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lunes, 20 de diciembre de 2010

Feliz Navidad y Próspero Año 2011





Durante el Renacimiento se pintaron muchas imágenes como ésta, donde se ve a la Virgen María, Jesús y San Juanito, el primo del recién nacido.

Entre los más famosos pintores que repitieron la escena está Leonardo o Rafael. El cuadro que os presento aquí es un anónimo italiano de esa época.

En él no se muestra la María humilde que dio a luz en un establo, sino en su aspecto universal de Reina de los Cielos portando por manto la Bóveda Celeste. Juanito lo sabe todo y guarda silencio. Jesús, el infante, Es.
Feliz Navidad.
Núria

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martes, 22 de diciembre de 2009

domingo, 11 de octubre de 2009

Viaje de los Hieroglyphica. De Andros a la Toscana (Florencia)



Sexta y Séptima Etapa



Me encuentro en la ciudad de Florencia, sin duda el escenario ideal para concluir mi relato sobre Hieroglyphica, el pequeño tratado de Horapolo del Nilo conteniendo las claves con las que penetrar en el lenguaje sagrado del sacerdocio egipcio. Una obra que permaneció desaparecida hasta el siglo XV, cuando un navegante erudito, Cristóforo Buondelmonte, compra el manuscrito en Andros, la “isla verde” del Egeo, trayéndolo hasta esta ciudad donde lo recibirá Marsilio Ficino.

La evocación sonora de “Isla Verde” despertó en mí la remembranza de una geografía mítica, pues es uno de los nombres que recibe la mágica ciudad celeste, a la que se llega a través de un viaje por espacios y tiempos distintos donde se liga con otros estados más sutiles de uno mismo.

“La utopía supone un viaje, imagen de la aventura del Conocimiento. Se trata de descubrir un nuevo mundo, otra realidad distinta a la anterior. Este cambio implica una transmutación, o sea la adaptación a otra forma de vida propia del Hombre Nuevo. Cuando se descubre que la Utopía hermética es real, es que comienza a encarnarse en verdad. El viaje ha llegado a su fin, se ha descubierto la isla. Sólo falta un segundo tramo, la exploración de su territorio, el asombro de las buenas nuevas, la necesidad de seguir conociendo.”
Por ello es que de pronto al oír el nombre de “isla verde” asociado a Andros lo consideré una señal a seguir y un enigma a resolver aquellas preguntas que Federico González, autor de la sintética cita anterior, había dejado pendiendo de un hilo que como el de Ariadna me dio la estrategia para afrontar la pesquisa:

“¿Quién es Cristóforo Buondelmonte que la compra en la isla de Andros en 1416 y la lleva a Florencia?
¿Por qué en esa isla?
Muchas cosas llamativas se entretejen en el Renacimiento, de tipo mágico-hermético, en relación con Marsilio Ficino y sus compañeros de la ciudad celeste, como proyección hacia el futuro de la antigüedad clásica y de su antecedente cultural, la civilización egipcia.”
Dejo para otra ocasión contar una anécdota sorprendente que me sucedió durante el regreso en el Ferry de Andros a El Pireo, el puerto de Atenas. El hecho está relacionado con Stela y Nelson, los compañeros argentinos con los que hice el trayecto de ida y vuelta por las aguas del Egeo, y con la poetisa Safo, llamada por Platón nada menos que “la décima musa” y cuya vida transcurrió en las islas griegas entre los siglos VII y VI a. C., la cual curiosamente tuvo por marido a un hombre de Andros.

La importancia del manuscrito de Horapolo me obliga, en esta ocasión, a centrar la atención sobre él, pues se trata de un texto excepcional donde están contenidas ciertas notaciones que desvelan la profundidad y complejidad de la lengua sagrada del sacerdocio egipcio y nos lleva a consideraciones muy íntimas con las palabras.

Aquí, en la ciudad del Arno, cuando Ficino, el mayor impulsor del Renacimiento, recibe el pequeño tratado del siglo V (que como dije en la primera etapa de este viaje, es una traducción griega realizada por un tal Felipe, quien se basa en una obra mucho más antigua escrita en copto), enseguida comprende que está ante un texto de un valor fundamental, puesto que es un libro completo, no fragmentado y por tanto único en su género, escrito por Horapolo, nombre que identifica con Horus y Apolo, las dos divinidades solares de Egipto y Grecia, lo que significa que bajo ese nombre hay una escuela o entidad filosófica.

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El tratado de Horapolo, no contiene imágenes, sino 189 descripciones de imágenes, y en él se exponen de forma muy concreta los conceptos que traducen el sentido misterioso de la escritura sagrada que tenían los antiguos egipcios. Es la escritura que conocemos como jeroglífica nombre que procede del título del libro de Horapolo, o sea: Hieroglyphica.

Otros autores, cuyas obras no han sido nunca halladas y sólo aparecen citadas en las de otros autores, también realizaron trabajos del estilo de los Hieroglyphica de Horapolo, sus nombres son Manetho, Bolos de Mende, Apión y Cairemón (de este último tenemos un título: “Escritura Simbólica de los Antiguos Egipcios”).

En estas 189 descripciones (divididas en dos partes, dicen que posiblemente la unión de dos manuscritos) Horapolo explica qué quieren decir los sacerdotes egipcios cuando pintan un halcón, una serpiente alada, un pebetero ardiendo, dos pies juntos, un ibis, un corazón suspendido de una tráquea…


También explica Horapolo en su tratado cuáles son los jeroglíficos con los que escriben conceptos como eternidad, alma, tiempo, amor, corazón, universo, año, año en curso, placer, unión sexual, educación, letras egipcias, escriba sagrado, magistratura, juez, pureza, bondad, hombría, conocimiento, gratitud, hombre todavía no formado, impío, miembro viril de un hombre, matrimonio, unigénito, hijo, falta de voz, rey muy poderoso, Señor del mundo, Todopoderoso, Egipto, hombre que no viaja, origen antiguo, alma que pasa un largo tiempo en la tierra, lo imposible, una estrella, la luna, astrónomo, hombre que conoce los fenómenos celestes, viento, fuego, hombre vencido por inferiores, hombre que vence a su enemigo, mujer embarazada, hombre que tiene relación sexual con su mujer, mujer que aborta, mujer que amamanta y cría, mujer que ha dado a luz una sola vez, hombre fecundo, enfermedad, hombre que se cura a sí mismo según la respuesta del oráculo, hombre que prevé su sepultura, hombre que nace al principio amorfo…

He dejado aquí esta muestra pues considero que la estricta relación de estos conceptos es todo un viaje intelectual y de evocación que sugiere muchas ideas.


Una mirada atenta al libro de Horapolo y quedan fuera de juego todas las opiniones que pudieran considerar los jeroglíficos egipcios un lenguaje en ciernes, o sin desarrollar. Muy al contrario, uno se da cuenta de la amplitud de esta lengua sagrada cuyo poder de evocación nos conduce de lo concreto a lo múltiple y de lo diverso a lo sintético, desplegando su comprensión varios niveles de lectura.

Si ponemos en orden ciertos datos históricos que tienen que ver con los representantes de la Filosofía Perenne, vemos que tanto Platón, Cicerón, Plinio, Plutarco y otros, enseñan que la lengua se origina entre el sacerdocio egipcio, quien la inventa como soporte para la remembranza, y comentan que los griegos más sabios y eruditos acudían a la tierra de Egipto para aprenderla.

Por consiguiente el tratado de Horapolo es fundamental para penetrar adecuadamente en su estructura, que por otro lado es análoga a la de otras lenguas también sagradas, como lo demuestra el que los jeroglíficos Mayas y Aztecas fueran interpretados por Diego Valadés a partir de compararlos con las descripciones de Horapolo. Así llegó este fraile a hacer del calendario azteca un método del arte de la memoria.

Me doy cuenta de que restituir el significado esencial de una lengua sagrada dentro de nosotros, es decir “comprenderla”, no es sino recuperar la propia herencia intelectual-espiritual contenida en ella. Sagrado no en el sentido religioso, que es el que siempre se está inclinado a imaginar, sino en el verdadero, el sentido intelectual que es aquella perspectiva que nos muestra los distintos planos de la realidad y nos enseña a distinguirlos y jerarquizarlos dentro y fuera de nosotros.

Los niveles en que está redactada una lengua sagrada, son cuatro: lectura literal, lectura alegórica, lectura esencial o sintética y lectura arquetípica. Que se corresponde en distintas cosmogonías con el estado profano, el de aprendiz, compañero y maestro, respectivamente.

Ahí donde los iniciados y sacerdotes saben ver el sentido metafísico y trascendente de un símbolo, o un jeroglífico, otros leen reglas morales, normas jurídicas, costumbres o dataciones que les sirven perfectamente para ordenar la vida social y la cotidiana.

Herodoto es muy claro al precisar que,

“hay entre los egipcios dos clases de escritura, una sagrada y otra popular, la primera es la hieroglifica, se trata de la lengua que viene de Thot a quien el divino Platón denomina Padre de las letras.”


Ficino, el depositario y divulgador del manuscrito de Horapolo, también conocía por Plotino, a quien traduce, y por otros escritos, que los egipcios en lugar de utilizar en su escritura el argumento discursivo, habían descubierto el medio de plasmar conceptos mediante imágenes.

Escribe Ficino:

“Los sacerdotes egipcios al querer traducir los misterios divinos, no utilizaban los pequeños signos del alfabeto, sino figuras completas de hierbas, de árboles, de animales; ya que Dios no posee el conocimiento de las cosas como un discurso múltiple que a ellas se refiera, sino como una forma simple y estable (…) copias de las ideas divinas en las cosas".

La estructura de la obra de Horapolo es clara y precisa. En primer lugar expone, de forma titular, la idea que quiere explicar y a continuación indica cual es el jeroglífico con el que los egipcios escriben el concepto, dando las razones de que sea así. Por ejemplo, dice Horapolo:

“Cómo representan coraje.
Cuando quieren expresar coraje pintan un león; pues este animal tiene la cabeza grande, las pupilas como el fuego, la cara redonda y en torno a ella cabellos semejantes a rayos como imitación del sol, por lo cual también ponen leones en el trono de Horus, mostrando referido al dios el símbolo del Animal. Horus es el sol porque domina sobre la horas”.
Sin embargo, no es tan simple como parece a priori y algunos incluso no sobrepasando el nivel literal se han adelantado a calificar el tratado de Horapolo de obra pueril. Contrariamente a esa opinión la escritura jeroglífica es de una gran complejidad y está llena de recursos que se encadenan unos a los otros de forma sorpresiva. Una idea la da el saber que la figura del león también se usa para describir otros conceptos, incluso sin relación aparente, por ejemplo: fuerza física, guardián, temible o crecida del Nilo, y así sucede con diversas figuras jeroglíficas.

Sigue Horapolo:

“Cuando quieren expresar fuerza física pintan la parte delantera de un león, porque son los miembros más vigorosos de su cuerpo”
“Para escribir vigilante, y también guardián, pintan una cabeza de león, pues el león tiene cerrados los ojos mientras está despierto y en cambio cuando está dormido los tiene abiertos, lo que es señal de vigilancia. Por este motivo junto a las cerraduras de los templos se ponen leones, de modo simbólico, como guardianes”
“Para expresar temible pintan el mismo signo, porque siendo este animal el más poderoso, hace temer a todos los que lo ven”.
“Para representar la crecida del Nilo pintan un león…, porque el sol, cuando está en conjunción con el león hace mayor la crecida del Nilo de modo que mientras está en este signo, a menudo se desborda el doble del agua nueva, por lo cual los antiguos maestros de las obras de los templos construyeron con forma de león los tubos de los conductos de las fuentes sagradas…”

Efectivamente las descripciones que hace Horapolo de estos jeroglíficos son figuras que se encuentran pintadas en los muros de los templos y palacios, en las paredes de las tumbas, sobre los ataúdes de las momias, en sus amuletos, en bajorrelieves y papiros. Es natural por tanto que el manuscrito de Horapolo fomentara el interés por Egipto y por su arqueología que experimentó un auge que no ha terminado, aunque esto se vio aumentado cuando surgió la imprenta, pues al principio el manuscrito sólo circuló en el entorno de Ficino.

Cuentan los cronistas de la época que la publicación del manuscrito fue un rotundo éxito editorial, con cinco ediciones, todo lo cual se vivió como una fiebre por recuperar cualquier cosa de Egipto, especialmente manuscritos y papiros.
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Vemos en su estructura que esta lengua sagrada toma en cuenta muchos elementos simbólicos, también de tipo sonoro y gestual (no es lo mismo dibujar un campo cultivado, que uno que no lo está). Tampoco está representado siempre lo evidente. Este es el caso del jeroglífico de la luna que no representa a la luna, sino una medida astronómica y de tiempo. La luna con los cuernos arriba es un mes, y hacia abajo la mitad de un mes. También puede estar indicando este jeroglífico dentro del contexto, la idea de fracción, división, ruptura. Tal vez por ello Thot, que además de donar la escritura es también medidor del tiempo, fuera considerado al principio como un dios lunar.

Existe en la composición de esta escritura lo que se llama paranomasia o juego de palabras; en ello participa su acroligia, o sea, permutación del valor numérico de los primeros sonidos (o iniciales) o el número de orden que ocupan en un texto. También cuentan las asociaciones de palabras homófonas o de semejanza fonética (sonidos similares pero que quieren decir cosas distintas) cuya interpretación debe hacerse en base  a su simbolismo fonético. Ese es el caso también de Mori: León y More: Esplendor.

Asimismo deben considerarse las repeticiones de imágenes y ante qué forma se repiten éstas. Hay jeroglíficos que se interpretan por una de estas reglas estructurales y otros, más complejos, que combinan varios procesos al mismo tiempo.

El Caballero Goulianof, misterioso autor de un opúsculo del siglo XIX (seguramente miembro de la Masonería rusa), después de estudiar el libro de Horapolo y apuntar ciertas ideas en esta dirección, llega a la conclusión de que
 “la lengua hermética, conocida con el epíteto de lengua sagrada de los egipcios, es una lengua de construcción llena de fórmulas que son representadas adecuadamente en escritura jeroglífica”.
Ilustrativo al respecto es también conocer que los egipcios para escribir boca dibujaban una serpiente, y que tanto para decir boca como serpiente empleaban un sonido casi idéntico. La razón de este ideograma es que la serpiente tiene en la boca toda su fuerza, como la palabra que sale de la boca. De ese simbolismo sonoro procede la letra S, que se pronuncia aun en nuestras lenguas de forma vibrante, evocando ese sonido la naturaleza de la serpiente.

Otro dato ilustrativo acerca de esta escritura viene dada al saber que los sacerdotes ponían a los reyes impíos e injustos un epíteto cuyo ideograma es un haba (o tal vez una alubia o frijol).

La razón subyacente es precisamente su simbolismo sonoro ya que la palabra rey se pronuncia orpco y haba orpo. A su vez el haba, que era considerada un vegetal impuro (a pesar de considerarse una legumbre saludable) se pronuncia attotbo que se relaciona con attoubo, que significa impuro, sucio, impío, profano.

Después de esto no es difícil imaginar que en este jeroglífico se encuentra el “enigma del haba” entre los pitagóricos, pues sabemos por Jámblico que éstos las detestaban y decían que preferían morir antes que comerlas o cruzar por un campo sembrado con este grano. Es evidente que estamos ante una explicación literal y profana, y que la verdadera razón de su animadversión está en su sentido simbólico. Es decir que preferían morir antes que revelar los secretos de su lengua. Mantenerlos a buen recaudo de los ignorantes y profanadores para que pudieran seguir siendo esta escritura un modo de acceder a los misterios más profundos de la cosmogonía y la teología. Efectivamente de no ser así Aristóteles no se hubiera esforzado en transmitir esta rareza contradictoria del sacerdocio egipcio.

 

Otra página que quiero destacar de Hieroglyphica es aquella donde Horapolo explica que los sacerdotes:

“Cuando quieren escribir ‘corazón’, pintan un ibis. Pues el animal está íntimamente unido a Hermes, señor de todo corazón y raciocinio, porque también el ibis, en sí mismo es semejante al corazón, sobre el cual se cuentan entre los egipcios numerosos relatos”.
Plinio, que también habló de ello señala que cuando pintaban esta ave, los egipcios significan el corazón del hombre y lo dedicaron a Mercurio, a quien tenían por presidente y gobernador de las palabras y los conceptos del corazón.

Por su parte Plutarco, en su libro “Isis y Osiris”, añade que el Ibis representa a Thot,

“que es la primera letra de su alfabeto, pues de este dios viene toda inteligencia y memoria. Ya a él estaba consagrado el lenguaje de los jeroglíficos, pues se supone que todo conocimiento real llega del corazón y vive en él. La verdadera belleza brota del corazón de los seres. El jeroglífico que expresa la bondad, la belleza, la música y la eterna juventud es Nefer. Es –ya nos lo advirtió Horapolo– un corazón del que surge la tráquea. La voz que surge del corazón de la vida, la belleza y la bondad”.
Este jeroglífico es Nefer, significa el corazón del que surge la tráquea. Tiene la forma del laúd, instrumento musical que armoniza la melodía a través de las cuerdas, igual que las cuerdas vocales llevan la voz por la garganta desde el corazón.

El mismo nombre de Egipto significa “Corazón en llamas” y para escribirlo pintaban un pebetero ardiendo y encima un corazón, indicando que así como en el corazón el sebo se abrasa continuamente, del mismo modo Egipto, por el calor, produce continuamente los seres vivos que están en sí.

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Antes he dicho algo sobre el jeróglifico de la serpiente, Horapolo lo amplía diciendo que el Uroboros es el símbolo con el que escriben eternidad.

Marsilio Ficino observa a través de esta descripción que hace Horapolo que los egipcios tienen del tiempo un concepto cíclico y que “por una suerte de revolución unen el fin con el comienzo (…) El egipcio resume todo este discurso en una figura única y estable, al pintar una serpiente alada que introduce la cola en su boca. Y lo mismo puede decirse sobre las demás figuras que describe Horapollon”.

Sigue Horapolo:

Para representar eternidad escriben un sol y una luna porque son elementos eternos. Si quieren escribir eternidad de otra forma, pintan una serpiente con la cola escondida debajo del resto del cuerpo, que los egipcios llaman ureo y en griego es basilisco”.
La Serpiente como símbolo cósmico es una idea hermética que choca con lo que habitualmente se da por sobreentendido. Pues para los sacerdotes egipcios “la serpiente es un símbolo celeste en el que sus escamas representan las estrellas del Universo, cada año quitándose la piel vieja se desnuda como el año en el universo. Cambiándose se rejuvenece. El que la serpiente use su propio cuerpo como alimento indica que todo cuando se produce en el Universo por la providencia divina también tiende a resolverse a sí mismo”.



Para Athanasius Kircher el sistema de la escritura jeroglífica es sublime, la cual mediante un encadenamiento ingenioso de símbolos propone de un solo golpe de vista a la inteligencia comprender cuestiones que tienen que ver con lo divino y el mundo trascendente. Exactamente dice:

“...son ciertamente una escritura, pero no la escritura que se compone de letras, palabras y determinadas partes del discurso que utilizamos habitualmente. Son una escritura mucho más excelente, sublime y próxima a las abstracciones, la cual, mediante un encadenamiento ingenioso de símbolos y su equivalencia, propone de un solo golpe a la inteligencia del sabio un razonamiento completo, elevadas nociones o algún insigne misterio escondido en el seno de la naturaleza”.
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A los humanistas y neoplatónicos que a diferentes niveles se impregnaron de un auge renovador, que paradójicamente había nacido de volver la vista al pasado, en este caso sintiéndose herederos directos de las enseñanzas egipcias reveladas por el último sacerdote del templo de Isis y Osiris, se les abrió un mundo de formas expresivas, es decir, un nuevo lenguaje ideogramático con el que expresar lo inexpresable, y por tanto muy superior al lenguaje discursivo, sujeto como está a normas gramaticales y fonéticas, incluso de gustos, modas o estilos, todo ello propicio a degenerar en simple retórica.

Durero, Alciato, Cesare, Piero Valeriano, Jhon Dee, Michael Maier, Robert Fludd, Alberti, Boticelli, Tiziano o el Bosco son los más representativos de todos aquellos que ponen imágenes, es decir dibujos, a las descripciones de Horapolo. Aunque unos lo hacen de forma sistemática y otros tomen alguna de las 189 representaciones simbólicas, todos se sirvieron de los códigos simbólicos que descifraban a la luz de las interpretaciones del Hermetismo vertidas por Platón y la escuela de Ficino, siendo así como asumen y transmiten la herencia de la sabiduría egipcia.

Los ideogramas que se ven en esta entrada pertenecen la mayoría, a uno de los manuscritos que se realizaron ilustrando las imágenes descritas por Horapolo en su Hieroglyphica. Concretamente este que yo he manejado es una edición de 1599, con el texto escrito en griego y latín. Aunque también he visto el que utiliza Jesús María González de Zárate en su edición castellana. Ambos tienen imágenes muy similares, como es natural, pues tratan de dibujar lo que describe el texto de Horapolo.

Nace así la Emblemática, constituyéndose las imágenes simbólicas -cargadas de sentido- en pequeños tratados de memoria. Con ello el lenguaje alquímico encuentra su forma de expresar los procesos de la transmutación. Pues como acuñarán: “La alquimia imita a la naturaleza en su forma de operar”.

Michael Maier, creador de la obra más representativa, o en todo caso más conocida de la Alquimia, compondrá un libro de ideogramas titulado: "Atalanta Fugiens", que consta de un lema, un epigrama y una partitura musical, o sea que añade al texto y la imagen una musicalidad, dando origen así a los actuales modelos audiovisuales.

Maier se declara amigo de la Orden Rosacruz y opina que los mitos egipcios y griegos son alegorías del trabajo alquímico. Los emblemas creados para "Atalanta Fugiens" ilustran un acápite de las "Metamorfosis" de Ovidio, donde se narra al modo de los griegos las aventuras del alma en pos del Conocimiento. Estos emblemas empleados por los alquimistas constituyen un discurso propio de la Ciencia Sagrada, criptogramático y entretejido de analogías y correspondencias que el lector debe ir conjugando para alcanzar a comprender su significado. Desde otro punto de vista, que no se opone, son obras de una preciosa composición artística e innovadora. Algo que le ocurre al árbol cuando toma de la raíz la fuerza para dar a luz las ramas nuevas. Un símbolo que le vendría muy bien recordar al mundo moderno cuyas sociedades avanzadas e informatizadas son las más desarraigadas de la verdadera intelectualidad de toda la historia humana. Núria.
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Séptima Etapa


aseo por estas calles de viejos adoquines de la Florencia Medieval: San Maniato al Monte, la Santa Croce, la tricónica Santa María del Fiore con la famosa cúpula de Brunelleschi (donde en la pared izquierda de la nave central está retratado Dante en una pintura famosa de Domenico de Michelino, y en la otra pared, enfrente del mismo, un busto de Marsilio Ficino debido al escultor A. Ferrucci), la iglesia de la Santissima Annunciata, Santa María Novella (donde también figuran Ficino, Landino y Poliziano en una pintura de Ghirlandaio)…, preciosas joyas arquitectónicas realizadas con bloques marmóreos blancos de Carrara entremezclados a franjas, con otros verdes, procedentes de Prato, ciudades ambas de la dulce Toscana. De sus montañas se ha extraído parte de la historia artística tanto escultórica como arquitectónica de esta ciudad florentina, y también de Siena, incluso del resto de Italia y de Europa.

Mosaico donde aparece Hermes Trismegisto con Moisés y la Sibila. Duomo de Siena

Precisamente en la catedral de Siena, que algunos consideran la culminación arquitectónica del periodo gótico italiano (estilo diferente al de otros países de Europa), se encuentran los pavimentos marmóreos más impresionantes que seguramente habrá hecho mano humana, entre ellos el famoso mosaico tantas veces reproducido donde se ve a Hermes Trismegisto junto a Moisés y la Sibila. Este pavimento se encuentra a la entrada de la nave principal, junto a la pila bautismal. Es el primero de una serie de 35 mosaicos admirablemente trabajados con la técnica de la incrustación del mármol y cuya factura llega incluso al detalle más delicado, como la realización de puntillas y encajes en los vestidos realizados a base de incrustar piezas menudísimas de mármol de distintas tonalidades, creando así una filigrana de pliegues y adornos en la ropa. Beccafumi fue el inventor de esta técnica, entre 1517-1546, aunque hicieron falta casi dos siglos reuniendo a los mejores artistas italianos, para terminar su proyecto.

Las montañas de la Toscana en la actualidad siguen siendo enormes canteras marmóreas. Son montes rocosos que aparecen a la vista del viajero blanquísimos entre los verdes cipreses increíblemente arquitectónicos, hermosos, altos y esbeltos, esculpidos como si fueran columnas corintias por su delicadeza. Verdaderamente los cipressino son el horizonte que corona el paisaje de la Toscana, maravilloso y teñido de dorado en el trayecto que hago de Florencia hasta Siena, a sólo 50 kilómetros en coche.


Los "Cipressino", Pienza (Siena) Foto Paolo Busato

De nuevo en Florencia, me resulta completamente mágico y fuertemente atractivo caminar por esta ciudad de la Toscana por la que fluye apaciblemente el río Arno, e ir pensando que durante una época Florencia (cuyo nombre precisamente significa “La destinada a florecer”) fue el centro intelectual más importante desde el cual “saltó la chispa” que incendiaría el resto de Europa y que provocaría un resurgir de la Tradición Primordial, al heredar su escuela platónica la antigua sabiduría, tanto filosófica como teúrgica y del esoterismo cabalístico y cristiano, asimilando sus impulsores las corrientes llegadas de Bizancio, pues como todos los grandes iniciados Marsilio Ficino supo ver en ellas distintas formas de expresión de una misma Sabiduría, donde la Belleza es considerada un reflejo de lo Verdadero. A ese movimiento sísmico e intelectual se llamó Renacimiento justamente porque todo renació de nuevo.
Entrada a Villa Careggi

A la puerta de entrada de Villa Careggi, la propiedad donde los Medici crearon la Academia platónica que dirige Ficino, trato de imaginar los carruajes cruzando entre las dos estatuas de leones que la flanquean. En ellos llegaría Cristóforo Buondelmonte con el manuscrito de Horapolo, o Pico de la Mirándola, Angelo Poliziano, Cristóforo Landino, y claro está el propio Marsilio Ficino, el representante más destacado de esa corriente, quien logró la síntesis entre el cristianismo con la filosofía de Platón y Hermes Trismegisto.

Aquí, en este preciso espacio geográfico en el que me encuentro, Ficino, rodeado de un nutrido grupo de intelectuales, sabios y metafísicos, artistas, astrónomos y artesanos, laicos o pertenecientes a la iglesia, recogía todos los documentos que llegaban, los traducían, conservaban y difundían sus saberes.

Durante estos días y viendo las representaciones pictóricas y los retratos o esculturas de muchos de ellos expuestos principalmente en la Galería de los Uffizi, no puedo dejar de pensar en otro personaje insigne dentro de la cadena iniciática, Gemisto Pletón (que figura, junto con todo el resto ya nombrado y muchos más, en la galería de retratos de los Uffizi) quien llegó a Florencia, acompañado de su discípulo el cardenal Bessarión, en el año 1439 procedente de Constantinopla para dar una conferencia, pues se celebraba aquí un concilio muy importante. Dicen que las charlas que dio Gemisto Pletón en esta ciudad calaron muy hondo y fue su calor el que impulsó que se formara la Academia. A él se debe que más tarde Ficino tradujese algunos libros, como el "Corpus Hermeticum", que siglos antes había recopilado el también bizantino Miguel Pselos, otro túmulo de Hermes en este viaje histórico-simbólico.

Ponte Vechio

Sin embargo, no podemos olvidar que para ese entonces Florencia era ya la ciudad de Dante, cabeza de la organización iniciática “Los Fieles de Amor”, hombres de gran ardor guerrero y poético. Ellos ya habían cruzado muchas veces el Ponte Vechio por donde un día pasó también Beatriz para enamorarnos a todos el alma de la Belleza que Dante experimentó al verla. Un escenario y un puente bajo el que sigue pasando el río Arno sobre el que da la ventana de mi habitación. Sin duda estos días pasarán a ser inolvidables para mí, en el auténtico sentido de la palabra. En efecto, no los podré olvidar como tampoco olvidaré los días pasados en la verde isla de Andros. En ambos lugares la Memoria se ha hecho presente en mí, y quieran sus hijas, las veneradas Musas, se retenga por siempre en mi alma. Núria.


Desde mi ventana el río Arno y las doradas colinas de Florencia, bajo un cielo de turquesa.
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Texto y fotos Núria, blogger de "Desde Mi Ventana"

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