Mostrando las entradas con la etiqueta Historia de las Ideas. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Historia de las Ideas. Mostrar todas las entradas

sábado, 24 de febrero de 2018

"El Simbolismo de la Historia. Una Perspectiva Hermética de la Tradición de Occidente". Libro de Francisco Ariza



Un trabajo formidable de investigación que Francisco dedica a Federico González y René Guénon, de quienes aprendió a mirar las cosas desde la perspectiva con la que enfoca la Historia.

Un gusto haber participado de una fiesta gracias a un trabajo bien hecho. Federico, que conoció el libro, se emocionó al leer algunos de sus capítulos. También hubo emoción y magia en esta presentación, desde la sorpresa de tener un escenario de libros donde poder hablar de la Cadena Áurea y de cómo las ideas de una Tradición Unánime han pasado por todas las peripecias para mantener vivo un fuego, el del Amor al Conocimiento y a la Transmisión del mismo, y eso se consiguió. Al menos así lo sentimos en aquel momento y las palabras que se pudieron oír también nos lo hicieron sentir así. Por mi parte ha sido uno de los momentos más bellos de mi vida. M.A.D.

Gracias Hermes, Gracias Fede, Gracias Franc






sábado, 27 de julio de 2013

PIETRO BEMBO ENAMORADO DE LUCRECIA BORGIA (Capítulo II)



            Pietro Bembo retratado por Rafael




Pietro Bembo se entera del matrimonio del hijo del duque de Ferrara con Lucrecia Borgia mientras permanece en Venecia. Como todos los demás había oído cosas terribles de Lucrecia. Sin embargo, de un lado y de otro de Italia y especialmente de parte de sus amigos los poetas Strozzi, padre e hijo, descubre que la gente está entusiasmada con esta princesa romana. Pronto él mismo comprobará en qué consiste la seducción que esta mujer ejerce sobre quienes la conocen. Descubrirá que esta madonna  con fama de mujer fatal, es en realidad una linda joven, de figura delicada y pelo rubio como el oro y una forma atractiva en el vestir, siguiendo la moda española. En definitiva una bella mujer que adornaba su persona con cintas en el pelo y modales refinados. Y en especial lo que en ella resalta es su fina inteligencia, algo que para Bembo no es sino la causa de aquel  sutil reflejo en su semblante. Lucrecia se desveló ante todos como una mujer excepcional, cuya preparación se ponía de manifiesto al abordar cualquier tema y en el diálogo en general. Quienes la escuchaban decían que hablaba de los temas “con mucha seriedad y sabiendo de lo que hablaba”. Bembo descubre que Lucrecia está avezada en la lectura de Dante, Petrarca, Bruni, Cicerón, entre otros. Y que con ella es posible emplear el lenguaje secreto de los símbolos  del amor y la virtud, tal y como lo entiende la Filosofía Platónica.


Bembo, que ya es un reconocido poeta, nada menos que el más destacado de su época, cuando conoce a Lucrecia cuenta con poco más de 30 años. Pronto esa mujer romana poseedora de una clase de virtud que excede la belleza física, o mejor dicho, que la provoca, despierta en él sentimientos propios de un caballero hacia su dama. Aquella con la que compartir ideas y un amor por el “lenguaje de los pájaros”, o sea, por la conversación capaz de poner música a las letras evocadoras, que es lo que al fin y al cabo conforma ese lenguaje secreto que manejaban los Fieles de Amor. Un lenguaje compartido por los iniciados en Amor, que como dice el poeta no es lo mismo que en el amor, puesto que se refiere a los que habiendo penetrado su clave pueden recrearla. Bembo se reitera en lo que ya ha oído a los demás y vuelve a comparar a Lucrecia con Venus, y con aquella gracia o energía que encarnó Helena de Troya, protegida de la diosa del amor y la sensualidad sublime.


Le escribe Bembo a Lucrecia:



“A pesar de la belleza por la que en vano rivalizan contigo la hija de Agenor y Helena de Esparta, secuestrada por el troyano Paris, sabes consagrarte a los estudios y a las artes delicadas y no dejas que tu genio quede ahogado por el esplendor de tu belleza. Si declamas versos en lengua vulgar, semejas una muchacha nacida en Italia. Si tomas la pluma, escribes versos y poemas que son versos y poemas dignos de las musas. Y si a tus manos de marfil le place tocar el arpa o la cítara, resucitan con un arte delicado las notas tebaínas. Si te place evocar las olas vecinas del Po haciendo estremecer la corriente, merced al encanto de tus notas suaves; si te place abandonarte a las danzas y saltar con pie ligero al son de la música ¡oh!, cuanto temo que de darse cuenta por ventura algún dios, no te arranque furtivamente de tu castillo y te lleve, sublimemente, con un vuelo ligero por el aire, para hacer de ti la diosa de un astro nuevo.”


Bembo y Lucrecia tuvieron una preciosa historia de Amor. Aunque para nada llegó a convertirse en un amor carnal, sino en una clase de amor sublime que únicamente quienes habían alcanzado a concebirlo intelectualmente estaban capacitados para entender. De su relación queda una hermosa correspondencia, actualmente guardada en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, entre sus incunables, pues se trata de un códice manuscrito que Pietro Bembo realizó para Lucrecia. El manuscrito recoge la correspondencia entre ambos y consta de 11 poemas españoles, 9 cartas autógrafas que Lucrecia le había dirigido y un poema de Lope Estúñiga dedicado por Lucrecia al caballero Pietro.


Es como si Bembo hubiera condensado aquel sentimiento y aquella historia de amor platónico en dicho manuscrito, que guardó junto a un mechón de su rubio cabello que el enamorado conservó entre sus cosas.

En una de esas cartas le dice Bembo a Lucrecia:


“Cada día halláis con ingeniosa invención, manera de avivar mi fuego, como lo habéis hecho con la cinta que hoy que orla vuestra lucidísima frente”

(Continuar)


jueves, 25 de julio de 2013

Lucrecia Borgia, la hija del Papa Español (Capítulo I)

Lucrecia Borgia. Retrato de Bartolomeo Veneto

Lucrecia Borgia es, para la mayoría, un personaje fabricado por la rumorología que ya comenzó a fraguarse en su época, a caballo entre el Quattrocento y el Cinquecento. Sin embargo, aunque algunos literatos y cineastas han preferido abundar en ello al punto de preferir el personaje inventado, lo cierto es que podemos afirmar que la realidad supera a la ficción, de ahí que de todos los papeles asignados a la figura de Lucrecia Borgia el suyo verdadero resulte el de mayor interés, pues la vincula con el pensamiento de Los Fieles de Amor, es decir, con Dante, Petrarca, Boccacio y Pietro Bembo, entre otros.

La vida de esta mujer hija del Papa español Rodrigo Borgía y de su amante Vanesa Catanei, pasa por etapas muy diferentes, pues tiene varios matrimonios, uno a los 13 años con Giovanni Sforza de Milán, conde de Pesaroque por intereses de la política vaticana es anulado por su propio padre, el Papa Alejandro VI que acusa al esposo de impotencia. Seguidamente, y por esa misma política de poder, su segundo esposo, Alfonso de Aragón, Príncipe de Salerno, de Lucrecia espera un hijo, será asesinado, según opinión de muchos por un sicario de su hermano César Borgia.

Pero el destino, forjado de miles de filamentos, quiso que en su tercera boda abandonara Roma, y las intrigas del Vaticano, para convertirse, con 21 años, en la esposa de Alfonso  d'Este, hijo del Duque Ercole, ambos viudos, y por tanto en Dama de una de las cortes más brillantes de Italia y centro cultural de primera magnitud. Allí ejerció como una auténtica donna de palazzo, con toda la carga que el término poseía dentro del organigrama de las Cortes de amor y entre todos aquellos que participaban del ideal humanista del Renacimiento, esto es, ser la contraparte femenina de la pareja de gobernantes en un tiempo en el que, como sabemos, se recuperó por parte de ciertos grupos intelectuales (encabezados por miembros de la Academia Platónica de Florencia de la que eran miembros destacados, Marsilio Ficino y Pico Della Mirándola), el valor del pensamiento y la Filosofía, tal y como fue formulada por los clásicos Platón, los Textos Herméticos, los Oráculos Caldeos, etc. (continuar)

viernes, 31 de mayo de 2013

Isabel de Este


Texto del Video.
"Isabel de Este, la Gran Dama del Renacimiento"

Isabel de Este fue la gran dama del Renacimiento la cual se distinguió por la cantidad y calidad de las personas de las que se rodeó durante toda su vida ya fuera dentro del mundo del arte, la literatura o la política. Su enorme correspondencia, pues más de 30.000 cartas que se conservan así lo demuestran. Lo cierto es que Isabel se movió, como ninguna, con soltura y determinación en todos los ambientes de las cortes italianas, por lo que fue descrita como “La prima donna del mondo”.

Entre sus amigos podemos nombrar a pintores como Andrea Mantegna, Tiziano, Rafael, Leonardo da Vinci, Correggio… escultores como Cristóforo Romano, escritores, como Pietro Bembo o Baltasar Castiglione, autores de los Asolanos o el Cortesano, respectivamente, poetas como Angelo Poliziano o Mario Equicola, su tutor y también amigo de la Academia platónica de Marsilio Ficino, músicos, como Guillermo Hebreo de Pesaro, matemáticos como Luca Pacioli quien le dedicó un libro sobre ajedrez que ilustró Leonardo, amigo de ambos, y que en esa misma época realizó a Isabel el bosquejo de un retrato donde se ha visto la imagen de la Gioconda, y por supuesto fue amiga de los Médici, gobernantes de Florencia, en especial de los hermanos Giuliano y Lorenzo el Magnífico. También se relacionó con poetisas, escritoras y mujeres de letras como Vittoria Colonna, la musa de Miguel Angel, Verónica Gambara, Cecilia Gallerani, la dama del armiño, Giulia Gonzága coautora junto a Juan de Valdés de unos famosos diálogos cristianos, etc. etc.

Isabel no sólo fue la mujer mejor relacionada de todo el Renacimiento, también era la más elegante, la más refinada, la más admirada y la más culta. Su fama no se limitaba a su Italia natal, sino que se extendía a toda Europa. Equicola, que fue su secretario, nos cuenta que acompañó a Isabel en varios de los muchos viajes que ésta realizó, mencionando los interesantes hallazgos que pudo hacer y las facilidades que obtuvo estudiando determinados archivos a los que pudo acceder gracias a las gestiones diplomáticas de esta dama. Hija de Ercole de Este y de Leonor de Aragón, señores de la corte de Ferrara, Isabel recibió una educación esmerada propia del humanismo, basada en el estudio de las artes liberales, el conocimiento de los clásicos y el aprendizaje de distintas lenguas entre ellas griego y latín. A dicha escuela ferrarense asistieron igualmente personajes de la talla de Pico de la Mirandola o el editor Aldo Manuzio entre otros muchos humanistas venidos de distintas cortes de Europeas. De Ferrara se trasladó a Mantua donde al casarse con Francesco Gonzaga, condotiero de profesión, se convirtió en Marquesa de esa pequeño estado que bajo su mecenazgo llegó a ser la corte más atractiva del momento, pues a pesar de contar con poco presupuesto en comparación con la de Milán donde era duquesa su hermana Beatriz, casada con Ludovico el Moro, o la de Urbino, en la que era duquesa su cuñada Elisabeth Gonzága, o la propia corte de Ferrara, donde la duquesa era Lucrecia Borgía, esposa de su hermano Alfonso, sin embargo la de Mantua fue la que alcanzó, en esa época, mayor nivel cultural de tal modo que todos los artistas acudían a ella a ofrecer sus servicios. Se decía entonces que la marquesa conseguía grandes cosas con mínimos recursos.

Nada más llegar a Mantua Isabel construye su studiolo en la torre del castillo de San Giorgio, en donde guarda los objetos más queridos, pequeños bronces, preciosos manuscritos, instrumentos musicales y un globo con el que sigue los viajes de Colón. Isabel fue la primera mujer en tener en su residencia, una habitación privada de esas caracteristicas, que hasta entonces sólo poseían los señores y que utilizaban para entrar en ella a meditar antes de tomar una decisión importante. Isabel cubrió de pinturas mitológicas las paredes de su studiolo para ello cuenta con Andrea Mantegna, pintor de la corte que ya había realizado en el palacio otras obras como los frescos de la "Camara de los esposos", quizá la habitación más preciosa de cuantas se han decorado. A este maestro de la perspectiva le encarga dos escenas: "El Parnaso" y " El triunfo de la Virtud ", aunque también intervienen en la decoración de su studiolo Perugino, Giovanni Bellini, Lorenzo Costa y Corregio, entre otros. Sus piezas arqueológicas, sus esculturas y sus pinturas distribuidas en distintas zonas de la casa significó un cambio fundamental en la decoración del palacio, pues no serán los retratos familiares o de vida palaciega, ni las escenas de caza, militares o religiosas, las muestras que decorarán las estancias de San Giorgio, sino que trae al entorno imágenes que evocan su propio mundo interior y aquellas ideas que quería traer a su meditación para que influyeran en su pensamiento. Todo lo cual forma parte de la magia-teúrgica que acaba confirmando que uno es de la misma sustancia de las imágenes que le alimentan.

A su studiolo solía invitar a sus íntimos amigos, todos aquellos con los que podía mantener conversaciones que elevaran el espíritu y la mente, tocar y oír música, otra de las pasiones de Isabel, y recibir comunicaciones de lo que sucedía en otras. Cortes o novedades de América. Isabel es del todo exigente con los pintores a los que prescribía los temas que quería para los cuadros, y no sólo eso, también las dimensiones exactas que debía tener el lienzo y hasta los colores, los tonos e incluso la composición de las imágenes, también tenía en cuenta por donde, una vez colgados, debía llegarles la luz, cosa que dependía de si iban a tener cerca un ventanal a la izquierda, a la derecha o en frente. El caso es que el cuadro llegara a formar parte del escenario de modo que todo estuviera en armonía. A veces los artistas se quejaban de que nos le dejaba libertad en el diseño y ella a su vez les reprochaba ser menos dóciles que los escritores que sí seguían sus indicaciones. Pero Isabel no era una excéntrica sino que sabía muy bien qué deseaba obtener a sus artistas plásticos para quienes había traducido, junto al platónico Equicola, el libro de Filóstrato, donde este autor clásico describe una galería de la antigüedad construida sobre la bahía de Nápoles, poniendo en palabras todas las pinturas que allí había para que los jóvenes artistas que le escuchaban supieran qué atributo identificaba a cada dios, a cada mito, a cada escena, no fuera el caso que por desconocimiento de esos atributos, dejándose llevar de sus inspiraciones personales, tergiversaran el sentido de la obra. En 1519, tras enviudar, Isabel decide trasladar su studiolo desde la torre del castillo a un nuevo emplazamiento en la planta baja , donde reproduce su antiguo studiolo con todos sus tesoros, pero además añade espacios nuevos, como la Gruta, el Jardín Secreto y un gran Salón para reuniones a donde lleva todas sus antigüedades y piezas arqueológicas, algunas obtenidas en Delos, cuna del mayor templo de Apolo, recuperándolas así de la destrucción, ya que nadie, por aquél entonces, ecepto estos humanistas, conceden importancia a lo que se considera algo viejo y ruinoso.

Para la Gruta se realizaron trabajos de incrustaciones extraídos de arquitecturas literarias donde se describían ciudades imaginadas . Mario Equicola, que era uno de los que conocía bien este lugar nos cuenta que la gruta estaba plagada de toda clase de delicias. Isabel no sólo se ocupó de crear en Mantua las mejores bibliotecas y de encargar las más bellas ediciones de los libros de los clásicos, en especial de Virgilio que por algo sus obras habían sido escritas en aquella tierra mantuana. También gobernó con decisión para conservar la estabilidad de su estado, dado que su esposo Francesco, como capitán de un ejército, se pasó la vida en combate, preso o postrado en cama por la enfermedad que se lo llevó con poco más de 50 años. Isabel, que vivió una larga vida dedicada al estudio, la música, los viajes y las relaciones personales, se interesó también en la figura de María Magdalena haciéndose retratar ella misma en ese papel, asimismo compuso, junto a su amiga Verónica Gambara, una iconografía propia para esta discípula de Cristo, una forma nueva que mostraba a la santa desnuda como una Venus y absorta en la lectura. Esta Magdalena Leggente, fue un encargo que la marquesa hizo para su gruta a Correggio. Por cierto una representación que en los siglos sucesivos fue imitada por otros pintores. Equicola, autor entre otros De natura de amore, donde trata de la naturaleza metafísica y poética del Amor Cortés, obra inspirada en el De Amore, de Ficino, escribió también un tratado sobre la divisa de Isabel: Nec spe nec metu. “Si nada espero, nada temo”. Mª Angeles Díaz.