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miércoles, 3 de agosto de 2022

LA FILOSOFÍA PLATÓNICA EN LA MISTERIOSA ANDROS, ISLA DE LA CÍCLADAS

Vista de Andros

"Calles estrechas y empedradas que suben, otras que bajan y pasan por debajo de una casa, de un puente, junto a una pequeña iglesia ortodoxa; son preciosas construcciones blancas, muchas de ellas con las cúpulas pintadas de turquesa, como el mar que las circunda. Se trata de verdaderas joyas paisajísticas, como un capricho arquitectónico que hubiera mandado edificar el propio mar Egeo para mirarse a los ojos, pues es imposible no conjuntar con la mirada los blancos edificios de azulados adornos, con el tono del mar y el cielo, cuyos azules son continuamente salpicados de blancos copos, unos formados por la espuma de las olas, otros por las algodonadas nubes que se forman y diluyen. En las alturas de la isla y echando la mirada hacia los profundos valles donde se yerguen los núcleos de vida de los andrios, el verde entra en escena y cubre este animal repleto de vida.

Lo cierto es que esta isla ofrece estampas idílicas y cualquier enclave, a lo largo de sus 374 kilómetros, expresa una belleza casi perfecta. Homero es el primero, de un rosario de autores, que nos hablan de estos parajes. Y así dice en uno de sus versos, justamente en el canto IV de la Odisea, donde señala la bonanza climática del entorno.

La vida de los hombres es más cómoda,

no hay nevadas y el invierno no es largo;

tampoco hay lluvias,

pero Océano deja siempre paso a Céfiro

que sopla sonoramente para refrescar a los hombres.


Desde que atracamos en Gavrio, el puerto de Andros situado en una preciosa bahía en sotavento, la isla no ha dejado de dar señales de su magnetismo y de su fuerza evocadora. Este es sin duda un enclave poderoso, provisto de una fuerte naturaleza, insólita para una isla, pues a poco que se recorre se descubren las cascadas de agua y los manantiales salutíferos de los que con tanto entusiasmo nos hablaban los antiguos viajeros y todo aquel que estuvo en Hydrousa, nombre que antiguamente recibía Andros precisamente por su cantidad de agua. También sus montes sorprenden por la altitud, algo que no es corriente en una isla, pues tiene montañas de hasta 994 metros de altura. Filóstrato, en un texto del siglo III, relata que además de ríos con aguas medicinales con las que tratar distintas dolencias, por Andros cruzaban corrientes de vino:

La tierra de Andros está tan henchida de vino por obra y gracia de Dionisos, que estalla y le envía un río a sus habitantes. Si los comparas con un río de agua su caudal no es grande, pero si piensas que es de vino, sí es un río grande, y sagrado. Quien bebe de sus aguas bien puede desdeñar las del Nilo y el Istro y decir de estos ríos que serían más estimados si, aun siendo mucho más pequeños, tuviesen un caudal semejante.

 

Muchas cosas he descubierto desde que emprendí el periplo hasta esta “isla verde”, evocación poética y simbólica de un lugar mágico y épico, situado en el “más allá”, pero que es a la vez la sede de nuestra verdadera identidad. 

Una de las cosas más significativas hallada en esta geografía legendaria y sagrada ha sido descubrir que Andros fue, durante la Edad Media, un enclave en el que Miguel Pselos (1018-1079), reconocido como el “máximo representante del Renacimiento bizantino” y un enamorado de la metafísica de Platón, fundó una escuela filosófica donde enseñó y difundió dicha Filosofía platónica". Fragmanto del libro: Viaje Mágico Hermético a Andros. Una Aventura intelectual. Mª Angeles Díaz. Editado por Symbolos. Seguir la Página del libro en Facebook






jueves, 17 de junio de 2021

MUSEO ORIENTAL DE VALLADOLID Una puerta abierta a la Historia


Descubrir espacios ciudadanos que de repente te sacan de un lugar convencional para transportarte de inmediato a un tiempo y un escenario insospechado, es lo que suele suceder cuando penetramos en un museo o en un edificio o jardín histórico. 

Lo que a este respecto sucede en la ciudad española de Valladolid es, quizá, uno de los casos más insólitos ya que imprevistamente y solo con traspasar una puerta, nos ubicamos en Japón. 

Hablamos del asombroso museo vallisoletano donde, efectivamente, una muestra permanente de objetos, considerados la más grande colección de arte oriental de Europa, son expuestos en esta ciudad castellano-leonesa, mostrándonos, a través de dicho arte (entre el siglo XVI al XX), los modos y costumbres de esta cultura como son su caligrafía, pintura, porcelana, lacas, bronces, escenas de jardines, de la ceremonia del té o formas de expresar el teatro, el denominado "kabuki" y "noh", este último considerado la tradición dramatúrgica viva más antigua del mundo.

El Museo Oriental de Valladolid, ubicado en el interior del convento de los padres filipinos de la Orden de los Agustinos, no es una excentricidad sino parte de la historia de España dado que, los objetos que se exponen en él testimonian las relaciones que existieron entre los más de 3.000 misioneros de esta Orden que desde 1560 se desplazaron a Extremo Oriente, Filipinas, China y Japón para comunicar el Evangelio, junto a otros españoles que también arribaron a esos lares como comerciantes, exploradores y cronistas. Mª Ángeles Díaz

Imágenes. Serie Teatro Hermético de la Memoria.
Ver también: http://www.museo-oriental.es/ver_arte.asp?clave=19&loc=0



viernes, 24 de mayo de 2019

Baelo Claudia. La Ciudad Desconocida



Al sur del sur, en lo que fue la Bética, se encuentra Baelo Claudia, llamada la Pompeya Andaluza, una de las primeras ciudades romanas fundada allá por el siglo II a.C. en la Península Ibérica.

Situada a orillas del mar, en una preciosa bahía en forma de copa, y protegida por altos riscos y espesa vegetación, la ciudad de Baelo Claudia comenzó hace unos años a emerger imponente y majestuosa a medida que avanzaban las excavaciones y la restauración de sus altas columnas. Que en la actualidad aparecen como colosos que resistieron al tiempo para ser implacables testigos de una realidad histórica que fecundó a través de sus dioses y su concepción del mundo, el espíritu de esta tierra.

Todas las fotos de este post corresponden a Baelo Claudia, Cádiz


Si nos ponemos mirando al mar, el diseño de la ciudad recuerda a el de Cartago Nova y la ciudad de Tárraco. Una suave pendiente que se desliza hasta la playa de tal manera que desde el punto más alto se tiene una amplia visión del mar y del entorno terrestre, que aún hoy en día sigue estando constituido por un tupido bosque de encinas que recuerda al visitante lo que ,llegó a ser toda esta zona de la Bética.

Vemos en la parte baja del entramado de Baelo Claudia, construcciones que pertenecieron a las empresas de salazón que aquí existieron, justo como sucede en Ampurias, mientras que  en la parte alta y ocupando el centro de la ciudad, se encuentran los denominados templos capitolinos, es decir tres templos juntos, en honor a la triada de dioses común a todas las ciudades romanas, o sea el templo de Júpiter, en el centro, y a sus costados el de Minerva y Juno.



No puedo evitar subir los 132 escalones del templo central, el de Júpiter, que es además el mejor conservado. Es emocionante comprobar que 22 siglos después de su construcción aún puede distinguirse el lugar donde se encontraba la estatua del padre de los dioses. Asimismo se ve aflorado el teatro, una construcción que no falta en ninguna ciudad romana importante.

Junto a estos tres templos, pero en la misma calzada, vemos otro santuario, éste dedicado nada menos que a Isis, la venerada diosa de Egipto, esposa de Osiris y madre de los iniciados en sus misterios, una imagen siempre bella de la Sabiduría.

Me pregunto por qué un templo a Isis junto a la tríada capitolina. Sin duda existió una fuerte relación entre Baelo Claudia y los puertos del Oriente Mediterráneo, especialmente Alejandría, donde estuvo tan extendido el culto a esta deidad en época helenística. 
Mª Ángeles Díaz



lunes, 9 de julio de 2018

BERENGUELA LA GRANDE, EL ROSTRO MÁS BELLO DE MADRID




Había oído decir que la estatua de Berenguela es el más bello rostro de Madrid. Y ahí está, en el Parque del Retiro para quien quiera comprobarlo.

Y es más, ir a su encuentro nos da la oportunidad de añadir un comentario recordando la valía histórica de esta destacada fémina, abuela de Alfonso X el Sabio y nieta de Leonor de Aquitania, entre otros parentescos ilustres.

Nosotros nos acercamos a esta figura precisamente por su relación con el movimiento trovadoresco pudiendo comprobar no sólo lo merecido que tiene ese título de Grande que acompaña su nombre, sino que pudimos reconocerla como una auténtica representante de esa cadena de la tradición trovadoresca que atrajo a España la poesía provenzal y todo el movimiento de juglaría, marca indeleble para la Cultura de Occidente.

Las crónicas recogen que Berenguela cantaba y tocaba la cítara, el salterio, los tímpanos, las castañuelas, la pandereta y varios instrumentos más. Sobre esta reina también se cuenta una hazaña que sin duda la hace merecedora del título de heroína, lo que los amigos hermetistas del Renacimiento llamarían una mujer “virago”.

Corría el año 1139 y los reyes cristianos tenían un conflicto constante con los emires musulmanes que aún ocupaban una parte de la península Ibérica. Resulta que estando su esposo, el rey Alfonso IX, librando una batalla junto a su ejército fuera de Toledo (concretamente en la fortaleza de Aurelia cerca de Aranjuez, donde resistía un último bastión del ejército musulmán) los almorávides de Córdoba, Sevilla y Valencia decidieron unirse para asediar Toledo conformando para ello un gran ejército que pronto tuvo cercada la ciudad.

Viéndose en esa temible situación, Berenguela, acostumbrada a la guerra y sobre todo interesada en las estrategias para prevenirla, subió a las torres, que le ofrecieron un escenario de porte imperial, y rodeada de un ejército de más de trescientas damas, todas ellas engalanadas y provistas de cítaras, salterios y panderetas, se pusieron a cantar alegres canciones trovadorescas.

La reina Berenguela que en esa época tenía 23 años y poseía todo el esplendor de su belleza, desde las almenas se dirigió a los caudillos del ejército musulmán afeándoles la acción cobarde de aprovechar la ausencia de los hombres para atacar una ciudad cuando sólo unas mujeres tañendo sus instrumentos musicales la defendían, es decir que invocó a que se respetaran las reglas éticas de todo caballero armado.

Algunos historiadores recogen así la arenga de Berenguela:

«¿No conocéis que es mengua de caballeros y capitanes esforzados acometer a una mujer indefensa cuando tan cerca os espera el emperador? Si queréis pelear, id a Aurelia y allí podréis acreditar que sois valientes, como aquí dejar demostrado que sois hombres de honor si os retiráis».
Esta contundente reprobación quebró el ánimo de los atacantes, que tras  la representación de Berenguela se retiraron. Sin duda se dieron cuenta del indigno gesto o quizá temieron que las composiciones musicales de la reina y su ejército de trovadoras, divulgaran con sus letras y sus trovas aquella acción de cobardía. Mª Ángeles Díaz

Ver:  Mujeres en la Tradición de las Artes Escénicas. Capítulo: La Reina Berenguela y su Ejército de Trovadoras. 

viernes, 4 de mayo de 2012

La Cruz de Mayo


Patio cordobés, engalanado para acoger la "Cruz de Mayo"


Son muchos los pueblos de la tierra que de forma unánime han celebrado la llegada de la Primavera, que es como decir el renacer de la vida y el triunfo de la luz que ya comienza a emerger tras el solsticio de Invierno.
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Es lógico que todos esos pueblos coincidan en ver en este despertar de la naturaleza la culminación de un ciclo, análogo al desarrollo mismo de la manifestación, y por ello dejen marcado en la rueda de su calendario y en su ordenamiento del tiempo, un espacio significativo, una fiesta, que distinga ese acontecimiento periódico y jubiloso. Un espacio en el que las flores, revestidas de su tenue y a la vez esplendorosa belleza, son el elemento principal capaz de aflorar, seguramente por asimilación empática, la alegría en los corazones de quienes admiran la perfección de sus formas, se deleitan con sus fragancias de múltiples matices o se embelesan con las tonalidades de sus colores. Flores que en definitiva se toman como una expresión de la belleza, que como el maestro Platón advirtió es un reflejo de lo verdadero.

Uno de los balcones

Por ello, desde el punto de vista de la literatura tradicional, los jardines siempre evocaron el paraíso de los poetas, el jardín del Edén, la casa del Bienamado de la que, en realidad, aunque se viaje, se vaya y se venga, uno nunca se ausenta.
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En España son distintas las ciudades que celebran con romerías y procesiones la Fiestas de la Primavera y todas ellas están enraizadas en Roma. Recuerdo las de Murcia (uno de los nombres de Venus), en las que durante un cortejo de carrozas adornadas de flores y guirnaldas es portado el caduceo de Mercurio entre otros elementos paganos. También he tenido ocasión de estar presente en “la festa de les flors”, en Gerona, Cataluña, aunque son célebres en muchas otras regiones de España y de Europa.
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Pero sin duda es en Andalucía, la región al sur de la Península Ibérica, distinguida por el Imperio Romano como La Bética (las otras partes de la división peninsular fueron la Tarraconense y la Lusitania), donde la explosión de las flores luce más vistosa, especialmente por los patios de las viviendas y los balcones de las casas, que cada año compiten en hermosura y que han llegado a constituirse en patrimonio cultural y de atracción de visitantes. Es durante los primeros días de Mayo cuando los patios a través de sus verjas aparecen revestidos de color reclamando la atención del paseante que contempla y participa de la sensación que provocan en el ánimo esas efímeras, pero contundentes, bellezas naturales. Uno, cuando las contempla, como cuando mira el cielo en una noche estrellada, de un modo u otro se pregunta ¡…diantres! ¿Quién las creó?

Una de las muchas cruces tapizadas con flores que pueden verse estos días en muchos pueblos del sur de España. la de la foto está hecha con claveles rojos y blancos la flor más representativa de Andalucía.

Es en Andalucía y en ciertos lugares de Hispanoamérica donde convive, entremezclada con las Fiestas de la Primavera, la Cruz de Mayo, una tradición cristiana que data del año 300 d.C., la cual muestra un periodo de unión entre el pensamiento pagano de la antigua Roma y el Cristianismo, escogido en ese momento por la Providencia para renovar el mundo imaginado.

La Cruz de Mayo es una tradición que consiste en adornar majestuosamente una cruz o realizar con las más hermosas flores, principalmente claveles y rosas, una cruz y depositarla en el medio de un jardín, en una plaza pública o en la puerta de las iglesias, donde todos puedan verla. Se trata de una tradición que conmemora la hazaña de una mujer, Flavia Iulia Helena, madre de Constantino, el emperador a quien se debe el decreto de tolerancia religiosa en un momento en el que los cristianos estaban siendo perseguidos.

El emperador Constantino y la emperatriz Helena, su madre.
Cuentan que Helena, aunque era ya anciana, realizó la primera expedición arqueológica a Jerusalén en pos de rescatar la Vera Cruz, esto es, la verdadera Cruz donde fue crucificado Jesús, para dar testimonio de la presencia en la tierra de aquél del que hablaban los cristianos y cuyas palabras resonaron en el corazón de esta mujer y su hijo, Constantino, el primer emperador romano convertido al cristianismo.
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Por el relato de los historiadores que siguieron sus satisfactorias pesquisas, sabemos que una vez obtuvo la información precisa, de parte de los judíos de Jerusalén, acerca del lugar exacto donde estaba enterrado el sagrado madero, mandó excavar el lugar, “supervisando ella misma los trabajos” que dieron finalmente con el hallazgo de la reliquia.
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Mandó la Emperatriz hacer de la Cruz tres partes. Una fue trasladada a Constantinopla, otra quedó en Jerusalén y la tercera la llevó a Roma para ser conservada y venera en la iglesia “de la Santa Cruz de Jerusalén”, donde la emperatriz es recordada como Santa Elena. Núria 


Moneda con la imagen de la emperatriz Helena, dama que encontró la Vera Cruz


Publicaciones anteriores sobre la Cruz de Mayo en este Blog

El actual post fue publicado con anterioridad en Mayo de 2009, con el título: Viaje a la Bética.
Cruz de Mayo del 2010
Cruz de Mayo en los Pueblos de España

domingo, 14 de febrero de 2010

Un tramo del Viaje

Una mañana de Enero del 2010. Secuencia del viaje a Papachrantou, uno de los monasterios de la isla de Andros donde enseñó el neo platónico Miguel Pselos en el siglo XI.

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"Es conocido que Ficino emprendió la traducción del griego al latín, empezando por el Corpus Hermeticum, -reunido por M. Psellos en s. XI- que comprende: Poimandrés, Asklepios, Oráculos Caldeos, e Himnos Orficos. Después de esto se dio lugar a la interpretación hermética del Corpus platónico y neoplatónico, con la traducción y comentarios de los Diálogos de Platón como Banquete, Fedro, Parménides, Apología, República, Leyes; así como de textos neoplatónicos, herméticos y cristianos, de Proclo, Porfirio, Jámblico y Plotino, de S. Pablo y de Dionisio Areopagita, Hermias, Sinesio, Alcínoo o Psellos". Seguir lectura

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domingo, 11 de octubre de 2009

Viaje de los Hieroglyphica. De Andros a la Toscana (Florencia)



Sexta y Séptima Etapa



Me encuentro en la ciudad de Florencia, sin duda el escenario ideal para concluir mi relato sobre Hieroglyphica, el pequeño tratado de Horapolo del Nilo conteniendo las claves con las que penetrar en el lenguaje sagrado del sacerdocio egipcio. Una obra que permaneció desaparecida hasta el siglo XV, cuando un navegante erudito, Cristóforo Buondelmonte, compra el manuscrito en Andros, la “isla verde” del Egeo, trayéndolo hasta esta ciudad donde lo recibirá Marsilio Ficino.

La evocación sonora de “Isla Verde” despertó en mí la remembranza de una geografía mítica, pues es uno de los nombres que recibe la mágica ciudad celeste, a la que se llega a través de un viaje por espacios y tiempos distintos donde se liga con otros estados más sutiles de uno mismo.

“La utopía supone un viaje, imagen de la aventura del Conocimiento. Se trata de descubrir un nuevo mundo, otra realidad distinta a la anterior. Este cambio implica una transmutación, o sea la adaptación a otra forma de vida propia del Hombre Nuevo. Cuando se descubre que la Utopía hermética es real, es que comienza a encarnarse en verdad. El viaje ha llegado a su fin, se ha descubierto la isla. Sólo falta un segundo tramo, la exploración de su territorio, el asombro de las buenas nuevas, la necesidad de seguir conociendo.”
Por ello es que de pronto al oír el nombre de “isla verde” asociado a Andros lo consideré una señal a seguir y un enigma a resolver aquellas preguntas que Federico González, autor de la sintética cita anterior, había dejado pendiendo de un hilo que como el de Ariadna me dio la estrategia para afrontar la pesquisa:

“¿Quién es Cristóforo Buondelmonte que la compra en la isla de Andros en 1416 y la lleva a Florencia?
¿Por qué en esa isla?
Muchas cosas llamativas se entretejen en el Renacimiento, de tipo mágico-hermético, en relación con Marsilio Ficino y sus compañeros de la ciudad celeste, como proyección hacia el futuro de la antigüedad clásica y de su antecedente cultural, la civilización egipcia.”
Dejo para otra ocasión contar una anécdota sorprendente que me sucedió durante el regreso en el Ferry de Andros a El Pireo, el puerto de Atenas. El hecho está relacionado con Stela y Nelson, los compañeros argentinos con los que hice el trayecto de ida y vuelta por las aguas del Egeo, y con la poetisa Safo, llamada por Platón nada menos que “la décima musa” y cuya vida transcurrió en las islas griegas entre los siglos VII y VI a. C., la cual curiosamente tuvo por marido a un hombre de Andros.

La importancia del manuscrito de Horapolo me obliga, en esta ocasión, a centrar la atención sobre él, pues se trata de un texto excepcional donde están contenidas ciertas notaciones que desvelan la profundidad y complejidad de la lengua sagrada del sacerdocio egipcio y nos lleva a consideraciones muy íntimas con las palabras.

Aquí, en la ciudad del Arno, cuando Ficino, el mayor impulsor del Renacimiento, recibe el pequeño tratado del siglo V (que como dije en la primera etapa de este viaje, es una traducción griega realizada por un tal Felipe, quien se basa en una obra mucho más antigua escrita en copto), enseguida comprende que está ante un texto de un valor fundamental, puesto que es un libro completo, no fragmentado y por tanto único en su género, escrito por Horapolo, nombre que identifica con Horus y Apolo, las dos divinidades solares de Egipto y Grecia, lo que significa que bajo ese nombre hay una escuela o entidad filosófica.

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El tratado de Horapolo, no contiene imágenes, sino 189 descripciones de imágenes, y en él se exponen de forma muy concreta los conceptos que traducen el sentido misterioso de la escritura sagrada que tenían los antiguos egipcios. Es la escritura que conocemos como jeroglífica nombre que procede del título del libro de Horapolo, o sea: Hieroglyphica.

Otros autores, cuyas obras no han sido nunca halladas y sólo aparecen citadas en las de otros autores, también realizaron trabajos del estilo de los Hieroglyphica de Horapolo, sus nombres son Manetho, Bolos de Mende, Apión y Cairemón (de este último tenemos un título: “Escritura Simbólica de los Antiguos Egipcios”).

En estas 189 descripciones (divididas en dos partes, dicen que posiblemente la unión de dos manuscritos) Horapolo explica qué quieren decir los sacerdotes egipcios cuando pintan un halcón, una serpiente alada, un pebetero ardiendo, dos pies juntos, un ibis, un corazón suspendido de una tráquea…


También explica Horapolo en su tratado cuáles son los jeroglíficos con los que escriben conceptos como eternidad, alma, tiempo, amor, corazón, universo, año, año en curso, placer, unión sexual, educación, letras egipcias, escriba sagrado, magistratura, juez, pureza, bondad, hombría, conocimiento, gratitud, hombre todavía no formado, impío, miembro viril de un hombre, matrimonio, unigénito, hijo, falta de voz, rey muy poderoso, Señor del mundo, Todopoderoso, Egipto, hombre que no viaja, origen antiguo, alma que pasa un largo tiempo en la tierra, lo imposible, una estrella, la luna, astrónomo, hombre que conoce los fenómenos celestes, viento, fuego, hombre vencido por inferiores, hombre que vence a su enemigo, mujer embarazada, hombre que tiene relación sexual con su mujer, mujer que aborta, mujer que amamanta y cría, mujer que ha dado a luz una sola vez, hombre fecundo, enfermedad, hombre que se cura a sí mismo según la respuesta del oráculo, hombre que prevé su sepultura, hombre que nace al principio amorfo…

He dejado aquí esta muestra pues considero que la estricta relación de estos conceptos es todo un viaje intelectual y de evocación que sugiere muchas ideas.


Una mirada atenta al libro de Horapolo y quedan fuera de juego todas las opiniones que pudieran considerar los jeroglíficos egipcios un lenguaje en ciernes, o sin desarrollar. Muy al contrario, uno se da cuenta de la amplitud de esta lengua sagrada cuyo poder de evocación nos conduce de lo concreto a lo múltiple y de lo diverso a lo sintético, desplegando su comprensión varios niveles de lectura.

Si ponemos en orden ciertos datos históricos que tienen que ver con los representantes de la Filosofía Perenne, vemos que tanto Platón, Cicerón, Plinio, Plutarco y otros, enseñan que la lengua se origina entre el sacerdocio egipcio, quien la inventa como soporte para la remembranza, y comentan que los griegos más sabios y eruditos acudían a la tierra de Egipto para aprenderla.

Por consiguiente el tratado de Horapolo es fundamental para penetrar adecuadamente en su estructura, que por otro lado es análoga a la de otras lenguas también sagradas, como lo demuestra el que los jeroglíficos Mayas y Aztecas fueran interpretados por Diego Valadés a partir de compararlos con las descripciones de Horapolo. Así llegó este fraile a hacer del calendario azteca un método del arte de la memoria.

Me doy cuenta de que restituir el significado esencial de una lengua sagrada dentro de nosotros, es decir “comprenderla”, no es sino recuperar la propia herencia intelectual-espiritual contenida en ella. Sagrado no en el sentido religioso, que es el que siempre se está inclinado a imaginar, sino en el verdadero, el sentido intelectual que es aquella perspectiva que nos muestra los distintos planos de la realidad y nos enseña a distinguirlos y jerarquizarlos dentro y fuera de nosotros.

Los niveles en que está redactada una lengua sagrada, son cuatro: lectura literal, lectura alegórica, lectura esencial o sintética y lectura arquetípica. Que se corresponde en distintas cosmogonías con el estado profano, el de aprendiz, compañero y maestro, respectivamente.

Ahí donde los iniciados y sacerdotes saben ver el sentido metafísico y trascendente de un símbolo, o un jeroglífico, otros leen reglas morales, normas jurídicas, costumbres o dataciones que les sirven perfectamente para ordenar la vida social y la cotidiana.

Herodoto es muy claro al precisar que,

“hay entre los egipcios dos clases de escritura, una sagrada y otra popular, la primera es la hieroglifica, se trata de la lengua que viene de Thot a quien el divino Platón denomina Padre de las letras.”


Ficino, el depositario y divulgador del manuscrito de Horapolo, también conocía por Plotino, a quien traduce, y por otros escritos, que los egipcios en lugar de utilizar en su escritura el argumento discursivo, habían descubierto el medio de plasmar conceptos mediante imágenes.

Escribe Ficino:

“Los sacerdotes egipcios al querer traducir los misterios divinos, no utilizaban los pequeños signos del alfabeto, sino figuras completas de hierbas, de árboles, de animales; ya que Dios no posee el conocimiento de las cosas como un discurso múltiple que a ellas se refiera, sino como una forma simple y estable (…) copias de las ideas divinas en las cosas".

La estructura de la obra de Horapolo es clara y precisa. En primer lugar expone, de forma titular, la idea que quiere explicar y a continuación indica cual es el jeroglífico con el que los egipcios escriben el concepto, dando las razones de que sea así. Por ejemplo, dice Horapolo:

“Cómo representan coraje.
Cuando quieren expresar coraje pintan un león; pues este animal tiene la cabeza grande, las pupilas como el fuego, la cara redonda y en torno a ella cabellos semejantes a rayos como imitación del sol, por lo cual también ponen leones en el trono de Horus, mostrando referido al dios el símbolo del Animal. Horus es el sol porque domina sobre la horas”.
Sin embargo, no es tan simple como parece a priori y algunos incluso no sobrepasando el nivel literal se han adelantado a calificar el tratado de Horapolo de obra pueril. Contrariamente a esa opinión la escritura jeroglífica es de una gran complejidad y está llena de recursos que se encadenan unos a los otros de forma sorpresiva. Una idea la da el saber que la figura del león también se usa para describir otros conceptos, incluso sin relación aparente, por ejemplo: fuerza física, guardián, temible o crecida del Nilo, y así sucede con diversas figuras jeroglíficas.

Sigue Horapolo:

“Cuando quieren expresar fuerza física pintan la parte delantera de un león, porque son los miembros más vigorosos de su cuerpo”
“Para escribir vigilante, y también guardián, pintan una cabeza de león, pues el león tiene cerrados los ojos mientras está despierto y en cambio cuando está dormido los tiene abiertos, lo que es señal de vigilancia. Por este motivo junto a las cerraduras de los templos se ponen leones, de modo simbólico, como guardianes”
“Para expresar temible pintan el mismo signo, porque siendo este animal el más poderoso, hace temer a todos los que lo ven”.
“Para representar la crecida del Nilo pintan un león…, porque el sol, cuando está en conjunción con el león hace mayor la crecida del Nilo de modo que mientras está en este signo, a menudo se desborda el doble del agua nueva, por lo cual los antiguos maestros de las obras de los templos construyeron con forma de león los tubos de los conductos de las fuentes sagradas…”

Efectivamente las descripciones que hace Horapolo de estos jeroglíficos son figuras que se encuentran pintadas en los muros de los templos y palacios, en las paredes de las tumbas, sobre los ataúdes de las momias, en sus amuletos, en bajorrelieves y papiros. Es natural por tanto que el manuscrito de Horapolo fomentara el interés por Egipto y por su arqueología que experimentó un auge que no ha terminado, aunque esto se vio aumentado cuando surgió la imprenta, pues al principio el manuscrito sólo circuló en el entorno de Ficino.

Cuentan los cronistas de la época que la publicación del manuscrito fue un rotundo éxito editorial, con cinco ediciones, todo lo cual se vivió como una fiebre por recuperar cualquier cosa de Egipto, especialmente manuscritos y papiros.
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Vemos en su estructura que esta lengua sagrada toma en cuenta muchos elementos simbólicos, también de tipo sonoro y gestual (no es lo mismo dibujar un campo cultivado, que uno que no lo está). Tampoco está representado siempre lo evidente. Este es el caso del jeroglífico de la luna que no representa a la luna, sino una medida astronómica y de tiempo. La luna con los cuernos arriba es un mes, y hacia abajo la mitad de un mes. También puede estar indicando este jeroglífico dentro del contexto, la idea de fracción, división, ruptura. Tal vez por ello Thot, que además de donar la escritura es también medidor del tiempo, fuera considerado al principio como un dios lunar.

Existe en la composición de esta escritura lo que se llama paranomasia o juego de palabras; en ello participa su acroligia, o sea, permutación del valor numérico de los primeros sonidos (o iniciales) o el número de orden que ocupan en un texto. También cuentan las asociaciones de palabras homófonas o de semejanza fonética (sonidos similares pero que quieren decir cosas distintas) cuya interpretación debe hacerse en base  a su simbolismo fonético. Ese es el caso también de Mori: León y More: Esplendor.

Asimismo deben considerarse las repeticiones de imágenes y ante qué forma se repiten éstas. Hay jeroglíficos que se interpretan por una de estas reglas estructurales y otros, más complejos, que combinan varios procesos al mismo tiempo.

El Caballero Goulianof, misterioso autor de un opúsculo del siglo XIX (seguramente miembro de la Masonería rusa), después de estudiar el libro de Horapolo y apuntar ciertas ideas en esta dirección, llega a la conclusión de que
 “la lengua hermética, conocida con el epíteto de lengua sagrada de los egipcios, es una lengua de construcción llena de fórmulas que son representadas adecuadamente en escritura jeroglífica”.
Ilustrativo al respecto es también conocer que los egipcios para escribir boca dibujaban una serpiente, y que tanto para decir boca como serpiente empleaban un sonido casi idéntico. La razón de este ideograma es que la serpiente tiene en la boca toda su fuerza, como la palabra que sale de la boca. De ese simbolismo sonoro procede la letra S, que se pronuncia aun en nuestras lenguas de forma vibrante, evocando ese sonido la naturaleza de la serpiente.

Otro dato ilustrativo acerca de esta escritura viene dada al saber que los sacerdotes ponían a los reyes impíos e injustos un epíteto cuyo ideograma es un haba (o tal vez una alubia o frijol).

La razón subyacente es precisamente su simbolismo sonoro ya que la palabra rey se pronuncia orpco y haba orpo. A su vez el haba, que era considerada un vegetal impuro (a pesar de considerarse una legumbre saludable) se pronuncia attotbo que se relaciona con attoubo, que significa impuro, sucio, impío, profano.

Después de esto no es difícil imaginar que en este jeroglífico se encuentra el “enigma del haba” entre los pitagóricos, pues sabemos por Jámblico que éstos las detestaban y decían que preferían morir antes que comerlas o cruzar por un campo sembrado con este grano. Es evidente que estamos ante una explicación literal y profana, y que la verdadera razón de su animadversión está en su sentido simbólico. Es decir que preferían morir antes que revelar los secretos de su lengua. Mantenerlos a buen recaudo de los ignorantes y profanadores para que pudieran seguir siendo esta escritura un modo de acceder a los misterios más profundos de la cosmogonía y la teología. Efectivamente de no ser así Aristóteles no se hubiera esforzado en transmitir esta rareza contradictoria del sacerdocio egipcio.

 

Otra página que quiero destacar de Hieroglyphica es aquella donde Horapolo explica que los sacerdotes:

“Cuando quieren escribir ‘corazón’, pintan un ibis. Pues el animal está íntimamente unido a Hermes, señor de todo corazón y raciocinio, porque también el ibis, en sí mismo es semejante al corazón, sobre el cual se cuentan entre los egipcios numerosos relatos”.
Plinio, que también habló de ello señala que cuando pintaban esta ave, los egipcios significan el corazón del hombre y lo dedicaron a Mercurio, a quien tenían por presidente y gobernador de las palabras y los conceptos del corazón.

Por su parte Plutarco, en su libro “Isis y Osiris”, añade que el Ibis representa a Thot,

“que es la primera letra de su alfabeto, pues de este dios viene toda inteligencia y memoria. Ya a él estaba consagrado el lenguaje de los jeroglíficos, pues se supone que todo conocimiento real llega del corazón y vive en él. La verdadera belleza brota del corazón de los seres. El jeroglífico que expresa la bondad, la belleza, la música y la eterna juventud es Nefer. Es –ya nos lo advirtió Horapolo– un corazón del que surge la tráquea. La voz que surge del corazón de la vida, la belleza y la bondad”.
Este jeroglífico es Nefer, significa el corazón del que surge la tráquea. Tiene la forma del laúd, instrumento musical que armoniza la melodía a través de las cuerdas, igual que las cuerdas vocales llevan la voz por la garganta desde el corazón.

El mismo nombre de Egipto significa “Corazón en llamas” y para escribirlo pintaban un pebetero ardiendo y encima un corazón, indicando que así como en el corazón el sebo se abrasa continuamente, del mismo modo Egipto, por el calor, produce continuamente los seres vivos que están en sí.

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Antes he dicho algo sobre el jeróglifico de la serpiente, Horapolo lo amplía diciendo que el Uroboros es el símbolo con el que escriben eternidad.

Marsilio Ficino observa a través de esta descripción que hace Horapolo que los egipcios tienen del tiempo un concepto cíclico y que “por una suerte de revolución unen el fin con el comienzo (…) El egipcio resume todo este discurso en una figura única y estable, al pintar una serpiente alada que introduce la cola en su boca. Y lo mismo puede decirse sobre las demás figuras que describe Horapollon”.

Sigue Horapolo:

Para representar eternidad escriben un sol y una luna porque son elementos eternos. Si quieren escribir eternidad de otra forma, pintan una serpiente con la cola escondida debajo del resto del cuerpo, que los egipcios llaman ureo y en griego es basilisco”.
La Serpiente como símbolo cósmico es una idea hermética que choca con lo que habitualmente se da por sobreentendido. Pues para los sacerdotes egipcios “la serpiente es un símbolo celeste en el que sus escamas representan las estrellas del Universo, cada año quitándose la piel vieja se desnuda como el año en el universo. Cambiándose se rejuvenece. El que la serpiente use su propio cuerpo como alimento indica que todo cuando se produce en el Universo por la providencia divina también tiende a resolverse a sí mismo”.



Para Athanasius Kircher el sistema de la escritura jeroglífica es sublime, la cual mediante un encadenamiento ingenioso de símbolos propone de un solo golpe de vista a la inteligencia comprender cuestiones que tienen que ver con lo divino y el mundo trascendente. Exactamente dice:

“...son ciertamente una escritura, pero no la escritura que se compone de letras, palabras y determinadas partes del discurso que utilizamos habitualmente. Son una escritura mucho más excelente, sublime y próxima a las abstracciones, la cual, mediante un encadenamiento ingenioso de símbolos y su equivalencia, propone de un solo golpe a la inteligencia del sabio un razonamiento completo, elevadas nociones o algún insigne misterio escondido en el seno de la naturaleza”.
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A los humanistas y neoplatónicos que a diferentes niveles se impregnaron de un auge renovador, que paradójicamente había nacido de volver la vista al pasado, en este caso sintiéndose herederos directos de las enseñanzas egipcias reveladas por el último sacerdote del templo de Isis y Osiris, se les abrió un mundo de formas expresivas, es decir, un nuevo lenguaje ideogramático con el que expresar lo inexpresable, y por tanto muy superior al lenguaje discursivo, sujeto como está a normas gramaticales y fonéticas, incluso de gustos, modas o estilos, todo ello propicio a degenerar en simple retórica.

Durero, Alciato, Cesare, Piero Valeriano, Jhon Dee, Michael Maier, Robert Fludd, Alberti, Boticelli, Tiziano o el Bosco son los más representativos de todos aquellos que ponen imágenes, es decir dibujos, a las descripciones de Horapolo. Aunque unos lo hacen de forma sistemática y otros tomen alguna de las 189 representaciones simbólicas, todos se sirvieron de los códigos simbólicos que descifraban a la luz de las interpretaciones del Hermetismo vertidas por Platón y la escuela de Ficino, siendo así como asumen y transmiten la herencia de la sabiduría egipcia.

Los ideogramas que se ven en esta entrada pertenecen la mayoría, a uno de los manuscritos que se realizaron ilustrando las imágenes descritas por Horapolo en su Hieroglyphica. Concretamente este que yo he manejado es una edición de 1599, con el texto escrito en griego y latín. Aunque también he visto el que utiliza Jesús María González de Zárate en su edición castellana. Ambos tienen imágenes muy similares, como es natural, pues tratan de dibujar lo que describe el texto de Horapolo.

Nace así la Emblemática, constituyéndose las imágenes simbólicas -cargadas de sentido- en pequeños tratados de memoria. Con ello el lenguaje alquímico encuentra su forma de expresar los procesos de la transmutación. Pues como acuñarán: “La alquimia imita a la naturaleza en su forma de operar”.

Michael Maier, creador de la obra más representativa, o en todo caso más conocida de la Alquimia, compondrá un libro de ideogramas titulado: "Atalanta Fugiens", que consta de un lema, un epigrama y una partitura musical, o sea que añade al texto y la imagen una musicalidad, dando origen así a los actuales modelos audiovisuales.

Maier se declara amigo de la Orden Rosacruz y opina que los mitos egipcios y griegos son alegorías del trabajo alquímico. Los emblemas creados para "Atalanta Fugiens" ilustran un acápite de las "Metamorfosis" de Ovidio, donde se narra al modo de los griegos las aventuras del alma en pos del Conocimiento. Estos emblemas empleados por los alquimistas constituyen un discurso propio de la Ciencia Sagrada, criptogramático y entretejido de analogías y correspondencias que el lector debe ir conjugando para alcanzar a comprender su significado. Desde otro punto de vista, que no se opone, son obras de una preciosa composición artística e innovadora. Algo que le ocurre al árbol cuando toma de la raíz la fuerza para dar a luz las ramas nuevas. Un símbolo que le vendría muy bien recordar al mundo moderno cuyas sociedades avanzadas e informatizadas son las más desarraigadas de la verdadera intelectualidad de toda la historia humana. Núria.
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Séptima Etapa


aseo por estas calles de viejos adoquines de la Florencia Medieval: San Maniato al Monte, la Santa Croce, la tricónica Santa María del Fiore con la famosa cúpula de Brunelleschi (donde en la pared izquierda de la nave central está retratado Dante en una pintura famosa de Domenico de Michelino, y en la otra pared, enfrente del mismo, un busto de Marsilio Ficino debido al escultor A. Ferrucci), la iglesia de la Santissima Annunciata, Santa María Novella (donde también figuran Ficino, Landino y Poliziano en una pintura de Ghirlandaio)…, preciosas joyas arquitectónicas realizadas con bloques marmóreos blancos de Carrara entremezclados a franjas, con otros verdes, procedentes de Prato, ciudades ambas de la dulce Toscana. De sus montañas se ha extraído parte de la historia artística tanto escultórica como arquitectónica de esta ciudad florentina, y también de Siena, incluso del resto de Italia y de Europa.

Mosaico donde aparece Hermes Trismegisto con Moisés y la Sibila. Duomo de Siena

Precisamente en la catedral de Siena, que algunos consideran la culminación arquitectónica del periodo gótico italiano (estilo diferente al de otros países de Europa), se encuentran los pavimentos marmóreos más impresionantes que seguramente habrá hecho mano humana, entre ellos el famoso mosaico tantas veces reproducido donde se ve a Hermes Trismegisto junto a Moisés y la Sibila. Este pavimento se encuentra a la entrada de la nave principal, junto a la pila bautismal. Es el primero de una serie de 35 mosaicos admirablemente trabajados con la técnica de la incrustación del mármol y cuya factura llega incluso al detalle más delicado, como la realización de puntillas y encajes en los vestidos realizados a base de incrustar piezas menudísimas de mármol de distintas tonalidades, creando así una filigrana de pliegues y adornos en la ropa. Beccafumi fue el inventor de esta técnica, entre 1517-1546, aunque hicieron falta casi dos siglos reuniendo a los mejores artistas italianos, para terminar su proyecto.

Las montañas de la Toscana en la actualidad siguen siendo enormes canteras marmóreas. Son montes rocosos que aparecen a la vista del viajero blanquísimos entre los verdes cipreses increíblemente arquitectónicos, hermosos, altos y esbeltos, esculpidos como si fueran columnas corintias por su delicadeza. Verdaderamente los cipressino son el horizonte que corona el paisaje de la Toscana, maravilloso y teñido de dorado en el trayecto que hago de Florencia hasta Siena, a sólo 50 kilómetros en coche.


Los "Cipressino", Pienza (Siena) Foto Paolo Busato

De nuevo en Florencia, me resulta completamente mágico y fuertemente atractivo caminar por esta ciudad de la Toscana por la que fluye apaciblemente el río Arno, e ir pensando que durante una época Florencia (cuyo nombre precisamente significa “La destinada a florecer”) fue el centro intelectual más importante desde el cual “saltó la chispa” que incendiaría el resto de Europa y que provocaría un resurgir de la Tradición Primordial, al heredar su escuela platónica la antigua sabiduría, tanto filosófica como teúrgica y del esoterismo cabalístico y cristiano, asimilando sus impulsores las corrientes llegadas de Bizancio, pues como todos los grandes iniciados Marsilio Ficino supo ver en ellas distintas formas de expresión de una misma Sabiduría, donde la Belleza es considerada un reflejo de lo Verdadero. A ese movimiento sísmico e intelectual se llamó Renacimiento justamente porque todo renació de nuevo.
Entrada a Villa Careggi

A la puerta de entrada de Villa Careggi, la propiedad donde los Medici crearon la Academia platónica que dirige Ficino, trato de imaginar los carruajes cruzando entre las dos estatuas de leones que la flanquean. En ellos llegaría Cristóforo Buondelmonte con el manuscrito de Horapolo, o Pico de la Mirándola, Angelo Poliziano, Cristóforo Landino, y claro está el propio Marsilio Ficino, el representante más destacado de esa corriente, quien logró la síntesis entre el cristianismo con la filosofía de Platón y Hermes Trismegisto.

Aquí, en este preciso espacio geográfico en el que me encuentro, Ficino, rodeado de un nutrido grupo de intelectuales, sabios y metafísicos, artistas, astrónomos y artesanos, laicos o pertenecientes a la iglesia, recogía todos los documentos que llegaban, los traducían, conservaban y difundían sus saberes.

Durante estos días y viendo las representaciones pictóricas y los retratos o esculturas de muchos de ellos expuestos principalmente en la Galería de los Uffizi, no puedo dejar de pensar en otro personaje insigne dentro de la cadena iniciática, Gemisto Pletón (que figura, junto con todo el resto ya nombrado y muchos más, en la galería de retratos de los Uffizi) quien llegó a Florencia, acompañado de su discípulo el cardenal Bessarión, en el año 1439 procedente de Constantinopla para dar una conferencia, pues se celebraba aquí un concilio muy importante. Dicen que las charlas que dio Gemisto Pletón en esta ciudad calaron muy hondo y fue su calor el que impulsó que se formara la Academia. A él se debe que más tarde Ficino tradujese algunos libros, como el "Corpus Hermeticum", que siglos antes había recopilado el también bizantino Miguel Pselos, otro túmulo de Hermes en este viaje histórico-simbólico.

Ponte Vechio

Sin embargo, no podemos olvidar que para ese entonces Florencia era ya la ciudad de Dante, cabeza de la organización iniciática “Los Fieles de Amor”, hombres de gran ardor guerrero y poético. Ellos ya habían cruzado muchas veces el Ponte Vechio por donde un día pasó también Beatriz para enamorarnos a todos el alma de la Belleza que Dante experimentó al verla. Un escenario y un puente bajo el que sigue pasando el río Arno sobre el que da la ventana de mi habitación. Sin duda estos días pasarán a ser inolvidables para mí, en el auténtico sentido de la palabra. En efecto, no los podré olvidar como tampoco olvidaré los días pasados en la verde isla de Andros. En ambos lugares la Memoria se ha hecho presente en mí, y quieran sus hijas, las veneradas Musas, se retenga por siempre en mi alma. Núria.


Desde mi ventana el río Arno y las doradas colinas de Florencia, bajo un cielo de turquesa.
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Texto y fotos Núria, blogger de "Desde Mi Ventana"

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miércoles, 12 de agosto de 2009

Cristóforo Buondelmonte. Cartógrafo del Egeo.


Segunda Etapa

iajo en la cubierta del “Blue Star Superferry”, en la parte de proa, a estribor. Mientras abandonamos el puerto del Pireo, rumbo a Andros, descubro que verdaderamente las del Egeo son aguas de color turquesa. Uno siente que desea probarlas, saborearlas en los labios. No me extraña nada que Venus naciera de la espuma de las olas. Estas aguas son la belleza de la Naturaleza acuosa brillando bajo los rayos del astro rey.
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Todos los destinos contienen muchos viajes, en el trayecto, como en un juego de naipes sagrado, todas las posibilidades están contenidas y siempre se encuentran analogías y enseñanzas para jugar la gran partida, el viaje de nuestra vida. Nicolás de Cusa en “De la Docta Ignorancia”, dice que la posibilidad es la materia del Universo y añade que “los antiguos se ocuparon abundantemente de la posibilidad, y su opinión unánime era que nada sale de la nada; por eso, afirmaron que existía una posibilidad absoluta de ser todas las cosas y que esa posibilidad era eterna y creían que todo estaba encerrado de modo absoluto en esa posibilidad” (…) añade que como la posibilidad carece de forma, los platónicos la llamaron “carencia”; y esa carencia es lo que lleva a orientar el deseo de conocer y la oportunidad de modelar nuestra alma como si se tratara de plastilina en las manos de un artista.
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Federico González en su tratado “Las Utopias Renacentistas” es igualmente claro cuando puntualiza: “El hombre lleva en sí el ansia de ampliar sus horizontes, lo que equivale en el exterior al viaje a la novedad de otras tierras. Arriesgar su vida en ello, se juega entero. Pero no sabe que está simbolizando lo que es la mayor apetencia del alma: el conocerse a sí mismo, es decir, la aventura del viaje interior inmensamente más rica que cualquier Eldorado”
....En realidad la partida que me ha tocado jugar en este viaje y hacia la que está orientado mi interés está relacionada con Cristóforo Buondelmonte y con el manuscrito de los “Hyeroglyphica de Horapolo del Nilo” escrito en el siglo V y rescatado por Buondelmonte en 1.416 en Andros, la isla verde del archipiélago de las Cícladas en el Egeo hacia la que me dirijo. Me muevo hacia ella siguiendo la senda de mi destino y una pista de Federico González que señala esta isla como un centro importante de difusión de la Tradición Hermética, esperando recrear en mi memoria algo de lo aprendido, intuido y soñado.
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Stela y su nieto Nelson, a los que conocí en el hotel de Atenas, me han contado en el trayecto desde allí al Pireo que Andros se encuentra al sur de la famosa y extensa isla de Eubea, en dicho conjunto de islas llamadas Cícladas, siendo Andros la segunda en dimensiones, después de Naxos. También me dicen que es una isla excepcional y muy diferente a todas las demás, pues tiene grandes saltos de agua, ríos y fuentes medicinales y sus acantilados son tremendamente escarpados. Se conoce como la “isla verde” porque su tupida vegetación la distingue de las demás haciéndola aparecer como una esmeralda en el intenso mar turquesa.
Añaden que bajo la superficie de Andros existen paredones de corales de 6000 pies de profundidad y que al bucear se descubre un laberinto de cavernas que se conectan entre ellas y con la superficie produciendo lo que llaman “Hoyos azules en Tierra”, expresando la emoción que produce sumergirse en uno de ellos y explorarlo hasta alguna caverna, donde al final desembocan.
Sin embargo, añade la mujer muy seria, hay que ser un experto buzo para introducirse en uno de los cientos de hoyos azules que tiene Andros, muchos de ellos inexplorados.


El chico amplía la información sobre Andros añadiendo que en sus aguas se produce un paso de tiburones y que es posible sumergirse hasta verlos pasar. Por lo visto es algo que permiten hacer a partir de los 12 años, algo que, está claro, al muchacho le divierte un montón tanto como la idea de adentrarse a explorar los restos de naufragios de los que tanto le había hablado su abuela.

Los nombres del conjunto de las islas Cícladas aparecen en un folleto que tomé en el Pireo en el siguiente orden: Amorgos, Anafi, Andros, Antiparos, Donousa, Folegandros, Los, Kea, Kythnos, Koufonisia, Milos, Mykonos, Naxos, Paros, Santorini, Serifos, Sifnos, Sikinos, Syros, Tinos.
Cristóforo Buondelmonte fue un humanista del Renacimiento que llegó de Florencia a Grecia para aprender el idioma griego. Gran viajero y prodigioso navegante, cartógrafo, arqueólogo, poeta y un cronista de la antigüedad, pasó alrededor de cinco años de su vida explorando estas islas, recopilando información y datos de 72 de ellas, tomando nota de sus nombres, sus principales puertos, las más altas montañas, las mejores tierras, los manantiales, su historia y sus mitos y leyendas. Es así que en el relato que Buondelmonte hace de su viaje se habla de los ritos de Apolo en Delfos, de Mercurio, Diana, Vulcano, Minerva, Baco, Pan, Cibeles…


Ciertamente nadie conoció mejor que él estas islas y muestra de todo ello es un excepcional trabajo en el que compara las ruinas que va encontrando en estas islas con las descripciones hechas por Ovidio, Virgilio, Plinio, Plutarco, Tito Livio, Macrobio, Cicerón, Ptolomeo e Isidoro de Sevilla, entre otros.

También hace anotación de distintos libros raros, de los que hoy día nada se sabe, como es el que titula “Creta Sagrada” donde al parecer se describen ciertos ritos. Precisamente Creta será la isla a la que Buondelmonte dedica una atención especial que plasma en un libro: “Insulae Cretae,” de 1417. Unos años más tarde, en 1.420, se edita “Insularum Archipelagi”, donde Buondelmonte cuenta su propio y fascinante viaje por estas islas griegas y por los personajes mitológicos que las pueblan desde siempre.


En su momento la obra de Buondelmonte supone una revolución editorial que se concreta en un novedoso estilo de literatura conocido como islario o libro-isla, al incluirse en el tratado el mapa de la isla y una descripción hecha de primera mano sobre diversos aspectos de ese territorio. Por primera vez para la cartografía no sólo se tiene en cuenta el litoral sino que aquí se plasma el relieve de sus montañas, se reconstruye los edificios importantes, etc., lo cual da a su lslario un carácter también histórico, arqueológico y arquitectónico a la vez que sirve a Buondelmonte para enunciar ciertas ideas relacionadas con el sentido simbólico y mítico que desde siempre se ha dado a la insula en la literatura tradicional, al tomarla como ese espacio al que es posible acceder y que está allende los mares y mucho más próxima, en el corazón de cada Isla Humana.Continuará.Núria.  .

DESDE MI VENTANA hacia los mares de un mundo simultáneo
El resto de capítulos se ha retirado para su edición como libro.
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"Viaje a las Islas Griegas"
Primera etapa: Andros la Isla Verde
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*Las imágenes del manuscrito de Cristóforo Buondelmonte pertenecen a la British Library.