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lunes, 16 de diciembre de 2019

LAS ESTRELLAS DE LA NAVIDAD. Mª Ángeles Díaz.

 
Desde el punto de vista astronómico la noche de Navidad (del 24 al 25 de Diciembre) es la más estrellada del año, o sea que aparecen mayor número de estrellas en el cielo y es también una de las noches más largas y por lo tanto donde se ve con mayor facilidad la bóveda celeste. Aunque paradójicamente la tradición popular la tenga por la más corta debido a las muchas luces y los fuegos de las antorchas que la gente acostumbraba a encender esa noche. Como es sabido muchas veces el pueblo guarda en sus costumbres el rastro de antiguos ritos sapienciales, y aunque sin comprender su significado los mantienen, al menos en estado latente, para el que quiera desentrañarlos. Continúa en: https://angeladiazk.blogspot.com/2019/12/las-estrellas-de-la-navidad.html


Imagen: Joan Amades

martes, 2 de octubre de 2018

Arte Etrusco


Magnífica pieza de Arte Etrusco. Etruria fue una civilización que convivió con la romana y que habitó sobre todo la región de la Toscana y la Umbría (siglo IX a.C.). De esta estirpe de hombres casi no se sabe nada. Unos cuentan que eran autóctonos de esas tierras, otros en cambio creen que llegaron de Oriente. Dionisio de Halicarnaso, por ejemplo, asegura que esta civilización no se pareció a ninguna otra, ni en la lengua, ni en la forma de vivir.

Arte y Símbolo en las Culturas del Mundo
https://angeladiazk.blogspot.com/2018/10/la-civilizacion-etrusca.html?spref=fb

viernes, 4 de abril de 2008

Príncipes Etruscos. Entre Oriente y Occidente

Maqueta del templo etrusco
Bajo este título se está presentando actualmente en Barcelona (hasta el 4 de Mayo) una exposición sobre el antiguo pueblo de Etruria, una civilización anterior a la romana que habitó sobre todo la región de la Toscana y la Umbría (siglo IX a.C.). De esta estirpe de hombres casi no se sabe nada. Unos cuentan que eran autóctonos de esas tierras, otros en cambio creen que llegaron de Oriente. Dionisio de Halicarnaso, por ejemplo, asegura que esta civilización no se pareció a ninguna otra, ni en la lengua, ni en la forma de vivir.




Hesíodo y Herodoto también se refieren a los tyrrhenoi (del mar Tirreno, que baña la costa de la Toscana), como denominaban los griegos a este pueblo misterioso que fue asimismo una potencia marítima, una talasocracia, y se jactaba de ser hijo de reyes y patriarcas legendarios, y descendiente directo de Ulises y Circe, la maga conocedora de los secretos de las plantas. Efectivamente, tal como lo relata Esquilo, los etruscos elaboraban medicinas y practicaban lo que se denominó la “etrusca disciplina”, es decir, la aruspicina o ciencia de la adivinación. Un arte que era prerrogativa de la casta sacerdotal.

Precisamente, una pieza que me llamó poderosamente la atención es el "Hígado de Piacenza", que reproduce un hígado ovino en bronce, hallado cerca de Piacenza (Roma), el cual se encuentra totalmente grabado, dividido en pequeños sectores; 16 en el borde, que representan la bóveda celeste y se corresponden con los 16 dioses de la cosmogonía etrusca. Estos están orientados según los puntos cardinales, y 24 divisiones en el interior.
Parece ser que las ovejas desarrollan una enfermedad que deja huellas en el hígado, y a través de las correspondencias entre todas esas señales y los acontecimientos externos, se desarrolló una ciencia que se codificó según la matemática y la proporción. Hablamos de la aruspicina, de haruspex (“adivinador por el hígado”), ciencia que seguramente habían heredado en parte de Mesopotamia. Aunque se dice que estos sabios también leían las señales del destino a través del trueno.

Este Hígado de bronce, de Piacenza (foto de la izquierda), hasta finales del siglo II a C. y principios del I a.C., fue utilizado como modelo para enseñar dicho arte de la aruspicina sobre las vísceras de los animales sacrificados. Joseph Rykwert, en su libro La Idea de Ciudad, nos dice al respecto lo siguiente:

“Se consideraba el hígado como la sede de la vida, y de ahí se seguía que en todo animal consagrado a los dioses, cuyos movimientos más leves se observaban ansiosamente, el hígado, como punto focal de todo su ser, se convertía en una especie de espejo del universo en el momento del sacrificio”.

Estamos, como se ve, ante un pantáculo o "pequeño todo", en definitiva
un modelo del cosmos.

Estos sacerdotes y augures etruscos tenían como símbolo de su saber y autoridad un instrumento llamado lituo, con el que median y delimitaban o señalaban el espacio. El lituo de la exposición (foto de arriba), una pieza también de bronce, es en realidad un báculo y tradicionalmente ha estado asociado a Zeus, dios del trueno, el cual se corresponde igualmente con el bastón que usan los obispos cristianos en las ceremonias solemnes. En uno de los paneles de la exposición podemos leer:

Los arúspices gozaban de un poder notable, ya que sus vaticinios, respetados por todos, condicionaban los acontecimientos más relevantes”.
El romano Vitrubio, por otro lado, se refiere a los etruscos como sus antepasados, y cuenta que este pueblo, y según su cosmogonía,

“cuando erigían una ciudad o un establecimiento militar, sacrificaban algunos animales que pastaban sobre el terreno y examinaban su hígados; cuando los de las primeras victimas aparecían negros o deformes, sacrificaban otro para averiguar si tales peculiaridades eran debidas a la enfermedad o al alimento. Nunca empezaban a levantar los muros en un determinado lugar, sin antes haber practicado reiteradamente aquellos exámenes. Debían conocer previamente el vaticinio de los dioses".

Esta exposición, muy bien documentada pues incluye grandes mapas que ubican perfectamente al visitante en el tiempo y el espacio al que pertenece todo lo expuesto, nos permite ver las estrechas relaciones que existen entre los distintos pueblos mediterráneos, ya que si bien los etruscos fueron absorbidos por Roma, ellos antes recibieron el legado de la civilización fenicia y griega.


La muestra está compuesta de piezas cedidas por distintos museos arqueológicos y todas ellas fueron halladas en tumbas principescas de las ciudades más importantes de Etruria; se trata de grandes cantidades de objetos preciosos destinados al ornamento personal de hombres y mujeres.
Por las figuras, siempre recostadas sobre las tapas de los sarcófagos, y las pinturas que decoraban la sala funeraria junto a los objetos personales, puede verse que las mujeres llevaban túnicas bordadas, sujetas con broches de oro, plata y ámbar. Brazaletes, collares, pendientes con refinadas decoraciones que recuerdan las que describe Homero en la Odisea.
La pintura es muy delicada y colorista y marcadamente alegre, lo cual es muy sintomático teniendo en cuenta que estaban decorando las cámaras fúnebres. Lejos de lo que suele pensarse era un pueblo que amaba intensamente la vida, y esto lo mostraban hasta en sus ritos funerarios. De esas pinturas se ha dicho que es la primera página de la pintura italiana.





La misma delicadeza y frescura que desprenden sus pinturas se ve en la orfebrería y joyería donde se destaca el gusto por la filigrana y las formas libianas, tendentes siempre a lo aéreo y sutil. Las piezas expuestas son de tal belleza y finura en la factura, que me dejaron atónita. Siento no poder poner ninguna muestra de ellas por falta de definición en la foto. Animo a que todo el que pueda vaya a visitarla. Núria, de Desde mi Ventana.
Video de la exposición AQUI
Otras reseñas de la exposición AQUI y también AQUI
Reseña Histórica sobre los etruscos: AQUI